El 22 de enero de 2024, la noticia del accidente de Luciano Perdomo conmocionó al deporte nacional. Según el parte policial, el futbolista, al volante de su coche, colisionó contra un camión que transportaba bolsas de cal en la Autopista Ezeiza-Cañuelas, mientras se dirigía desde su hogar en San Miguel del Monte hacia el predio de la UTA en Moreno para entrenar con Chacarita. El incidente tuvo lugar alrededor de las 8 de la mañana, en una ruta que el propio jugador describió como parte de su rutina diaria. Hoy, un año después de salvar su vida, volvió a entrenarse y sueña con regresar a jugar.
“Son los primeros entrenamientos; me siento muy bien, feliz. Esta última operación fue muy necesaria, todo quedó como debía estar. Es como empezar de nuevo, pero sabiendo que no me tengo que operar otra vez”, declaró Perdomo en el sitio oficial de Chacarita, donde relató que fue sometido a una última intervención para ajustar los canales nasales y mejorar su respiración. “Roncaba mucho, me costaba comer y, si me reía demasiado, me ahogaba”, confesó.
Han transcurrido un año y medio desde el accidente, con algunos intentos de retorno que no tuvieron éxito. Acelerar el proceso resultó complicado y aún no había recuperado el 100% de sus condiciones: “Antes regresaba con miedo; hoy tengo una seguridad en mis gestos que antes no poseía. No es común en el fútbol una recuperación así, fue una experiencia de prueba y error. Y descubrimos que la situación era más grave de lo que pensábamos. Fue una cirugía larga, de cuatro horas, pero ahora puedo respirar al correr. Antes, me dolía todo”.
Al Puchi le resultó difícil presenciar los entrenamientos de sus compañeros durante la rehabilitación, al igual que los partidos: “Vine dos o tres veces, pero me fui mal porque me cuesta estar del otro lado y no luchar. Siempre mantuve contacto con mis compañeros, quienes comprendieron que era difícil venir, cambiarme y no poder entrenar. Me daban ganas de llorar. Ahora que puedo tomar unos mates y luego entrenar con ellos, es diferente.”
Perdomo, de 28 años, se sometió a una cirugía, esperó 35 días para que se acomodaran las reparaciones en su rostro y volvió a pisar el campo de juego. Afrontará una intensa puesta a punto durante aproximadamente un mes y luego se enfocará en recuperar su estado físico. “El aire no circulaba bien, me salían hematomas y tenía problemas. Este parón me ayudó a recuperar mi peso, pero ahora necesito enfocarme en el físico para modificar los porcentajes de grasa y músculo”, señaló.
Sobre el accidente, comentó: “Lo recuerdo como algo que tenía que suceder. Me quitó la posibilidad de estar en una cancha, pero me obligó a cambiar internamente. Siempre se puede ser más empático y salir de la burbuja del fútbol. Crecí como persona, así que bienvenido sea si tuvo que suceder para volverme mejor. Por algo pasó.”
El mediocampista, que lleva seis años en el Funebrero, sueña con unirse a un equipo que está realizando una gran campaña en la Zona B de la Primera Nacional (actualmente marchan en segundo lugar, a tres puntos del líder Gimnasia de Jujuy). “Son muchas sensaciones, pero sé que esto puede dejar una enseñanza: hay que esforzarse y seguir adelante. Si las cosas no son como uno desea, hay que agachar la cabeza y seguir trabajando. Así me enseñaron desde pequeño y, a pesar de haber enfrentado algunos obstáculos, sé que esa es la verdad. Que la gente me espere un poco más, estoy muy agradecido; ellos saben todo el cariño que siento por esta camiseta y esta cancha. Dios quiera que termine el 2025 como todos queremos“.