El boxeo se despide de una de sus figuras más icónicas. Dwight Muhammad Qawi, campeón mundial en dos divisiones y miembro del Salón Internacional de la Fama del Boxeo, falleció a los 72 años tras una larga lucha contra la demencia. El anuncio de su deceso, realizado por su hermana Wanda King, marca el cierre de una trayectoria que trascendió el ámbito deportivo, convirtiéndose en un ejemplo de superación y redención. Partió rodeado del reconocimiento de la comunidad boxística y del amor de su familia.
La vida de Qawi, nacido como Dwight Braxton en Baltimore en 1953, estuvo signada por la adversidad desde sus comienzos. Creció en Camden, Nueva Jersey, y durante su juventud enfrentó situaciones difíciles que lo llevaron a cumplir condena por robo a mano armada en la prisión estatal de Rahway. Fue en ese contexto donde el pugilismo se presentó como una oportunidad inesperada. Participó en el programa de boxeo de la prisión y, tras su liberación en 1978, se lanzó al profesionalismo a los 25 años. Este giro radical en su existencia marcó el inicio de una carrera que lo catapultaría a la cima del boxeo mundial.
De la prisión al cuadrilátero: el inicio de una transformación
Aunque solo logró una victoria en sus primeras tres peleas, pronto encadenó una serie de triunfos en la categoría semipesado, lo que le abrió las puertas a grandes escenarios del boxeo.
En 1982, Qawi tomó una decisión que reflejaba su búsqueda de una nueva identidad: se convirtió al islam y cambió legalmente su nombre de Dwight Braxton a Dwight Muhammad Qawi. Este cambio simbolizó no solo una transformación espiritual, sino también su resolución de dejar atrás un pasado complicado y forjar su propio legado en el deporte.
El apodo de “The Camden Buzzsaw” (La sierra de Camden) acompañó a Qawi a lo largo de su carrera, reflejando su estilo agresivo y su habilidad para superar adversidades. En diciembre de 1981, alcanzó uno de los hitos más significativos de su trayectoria al vencer por nocaut técnico en el décimo asalto a Matthew Saad Muhammad, obteniendo así el título mundial semipesado del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Ocho meses después, reafirmó su supremacía al derrotar nuevamente a Saad Muhammad, esta vez en seis asaltos.
La defensa de su título lo llevó a enfrentarse a Michael Spinks en una pelea de unificación en marzo de 1983. Aunque fue derrotado, Qawi demostró su capacidad para competir en el más alto nivel. Posteriormente, decidió subir de categoría y, en julio de 1985, conquistó el título crucero de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) al vencer al sudafricano Piet Crous, quien llegaba invicto al combate. Esta victoria lo consolidó como campeón mundial en dos divisiones, un logro reservado para los grandes del boxeo.
Durante su etapa como campeón crucero, Qawi también se enfrentó a Leon Spinks, a quien derrotó en 1986 mientras defendía su título. Su récord profesional al momento de su retiro fue de 41 victorias, 11 derrotas y 1 empate, con 25 triunfos por nocaut.
Entre los enfrentamientos más recordados del pugilista se encuentran sus duelos con Evander Holyfield y George Foreman, dos leyendas del boxeo. El 12 de julio de 1986, Qawi se enfrentó a Holyfield en Atlanta en una pelea que adquirió estatus de culto. A pesar de la desventaja de más de quince centímetros de altura frente al medallista olímpico de bronce, ofreció una actuación inolvidable. Holyfield se impuso por decisión dividida tras 15 asaltos, en un combate considerado por los expertos como uno de los mejores de la historia de la división crucero y una de las últimas disputadas a esa distancia.
La rivalidad con Holyfield continuó en diciembre de ese mismo año, cuando se volvieron a enfrentar en una revancha que también favoreció a Holyfield. En 1988, Qawi ascendió a la categoría de peso pesado y se midió con George Foreman, quien lo derrotó en siete asaltos.
Luego de su retiro del boxeo, Qawi se dedicó a labores sociales y al acompañamiento de nuevas generaciones. Fue incluido en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo en 2004, un reconocimiento a su carrera y al impacto dejado en el deporte. También trabajó como entrenador, orientador juvenil y consejero en temas de drogas y alcohol en Nueva Jersey. Su experiencia personal y su capacidad para superar adversidades lo convirtieron en un referente para jóvenes en riesgo, a quienes brindó orientación y apoyo.
El impacto de Qawi fue más allá del ámbito deportivo, dejando una huella profunda en su entorno familiar y en la comunidad. Su hermana, Wanda King, compartió con BoxingScene el dolor y el orgullo que acompañaron los últimos años de vida del ex campeón. “Fue un gran padre y un gran abuelo para sus nietos. Tenía un corazón de oro y enfrentó la demencia como si estuviera peleando en el ring”, expresó.