Argentinos Juniors experimentó una noche de desahogo y reencuentro con la victoria tras vencer 2-1 a Aldosivi, lo que le permitió avanzar a los cuartos de final de la Copa Argentina. El estadio Tito Tomaghello fue el escenario del festejo, pero también del desahogo de Tomás Molina, autor del gol decisivo y protagonista de una emotiva escena al recordar a su abuelo tras la clasificación.
El delantero tuvo un papel crucial en la remontada, aportando la asistencia para el empate convertido por Alan Lescano y transformando en gol el penal que cimentó el pase a la siguiente ronda. Sin embargo, más allá del resultado, los focos se dirigieron hacia su descarga emocional al finalizar el partido. Ante los micrófonos de TyC Sports, Molina compartió su historia más íntima y dejó un testimonio sincero tras haber atravesado meses complicados tanto en lo deportivo como en lo anímico.
“Había arrancado con el pie izquierdo, al errar un penal. Uno tiene que trabajar, confiar en uno. Si uno no confía en uno, ¿quién va a confiar? Traté de mentalizarme de manera positiva, de trabajar y seguir entrenando. Dándole duro. Hoy se disfruta. Necesitábamos la victoria, nos vamos contentos a casa y pensando en lo que viene”, expresó con voz temblorosa, luego de abrazar a varios compañeros y mirar al cielo en un gesto de gratitud.
El camino de Molina hacia este partido estuvo lleno de obstáculos. “A veces, los momentos no son buenos y en el fútbol se sufre mucho. Uno tiene que trabajar y no dejar que la cabeza lo venza. La mente es muy importante. Es esencial tratar de trabajar en eso, rodeándose de gente positiva, de la familia”, reflexionó, adaptando el sufrimiento como motor personal.
El momento más sensible llegó cuando recordó a su abuelo. Molina prefirió pausar la entrevista, secando lágrimas de emoción antes de continuar: “No puedo hablar. Me encantaría que me hubiese visto jugar, pero sé que siempre está ahí. Siempre pienso en él, ayudándome en cada partido. Le dedico mis goles, tengo una pulserita con su nombre. Siempre le dedico todo a él, a mi familia y amigos.”
El trámite del partido tuvo a Argentinos como protagonista en la posesión del balón y en la iniciativa, aunque con dificultades para convertir las llegadas en ocasiones claras. Aldosivi, en cambio, presentó resistencia y se adelantó con un golazo de Giuliano Cerato en el primer tiempo. El equipo dirigido por Nicolás Diez, que llegaba sin triunfos y arrastrando una racha negativa, mantuvo la paciencia y ajustó con los ingresos de Bravo y Giménez, lo que le permitió ganar profundidad.
La reacción de Argentinos se intensificó en el segundo tiempo. Giaccone desbordó por la izquierda y asistió a Molina, quien exigió una gran atajada de Carranza. En la siguiente jugada, Molina bajó un balón en el área y Lescano igualó el marcador, cambiando así el rumbo del encuentro. Minutos más tarde, el propio Molina habilitó a Porcel, quien fue derribado en el área y Espinoza sancionó el penal. Molina pidió la pelota, dejó atrás el recuerdo de su penal fallado y definió con precisión para establecer el 2-1 definitivo.
El cierre significó para el goleador mucho más que una victoria. El penal convertido supuso una revancha deportiva, pero también una catarsis frente a las cámaras, donde dejó al descubierto su emoción. La dedicatoria a su abuelo y el reconocimiento de los momentos difíciles marcaron una nota distinta en el deporte, en una jornada en la que el fútbol se convirtió en un canal para la memoria y la gratitud.
Argentinos Juniors rompió una racha adversa, superando el obstáculo de los octavos de final que lo había frenado en ediciones anteriores, y ahora espera rival entre Lanús y Huracán en cuartos de final.