28 de agosto de 2025 07:39

FC Barcelona bajo la lupa: Amnistía Internacional denuncia “blanqueo de violaciones de derechos humanos” en el Congo.

La reciente colaboración entre el FC Barcelona y el gobierno de la República Democrática del Congo ha generado un debate sobre el papel del deporte en relación con la situación de derechos humanos en diversas regiones del mundo. Este acuerdo, firmado el pasado 30 de julio, establece un aporte de cuarenta millones de euros para el club azulgrana, distribuido en cuatro temporadas, según lo comunicado oficialmente por el club.

Como consecuencia de este convenio, todos los equipos profesionales del Barcelona exhibirán en sus camisetas de entrenamiento el eslogan “RD Congo – Coeur de l’Afrique” hasta la temporada 2028-29. Además, el país africano será clasificado como “socio global” del club y contará con un espacio en el Spotify Camp Nou denominado “Casa de la RDC”, destinado a mostrar costumbres, tradiciones y valores relacionados con la cultura congoleña. El club catalán ha justificado públicamente esta iniciativa como una forma de “promover el fútbol y la cultura del deporte y la paz” y fortalecer proyectos educativos a través de las Barça Academies y el Barça Innovation Hub (BIHUB). Dentro de las prioridades del convenio se incluye la implementación de programas educativos y la inclusión de jóvenes en actividades para fomentar el deporte.

La difusión del anuncio ha generado críticas contundentes de organizaciones de derechos humanos. Amnistía Internacional ha centrado sus cuestionamientos en la situación en la región oriental de la República Democrática del Congo, donde se denuncian conflictos armados que incluyen el Movimiento 23 de Marzo (M23) —respaldado por Ruanda— y facciones apoyadas por el ejército estatal. La organización ha documentado casos de violencia sistemática contra civiles, con violaciones masivas, desplazamientos forzados y la explotación de zonas ricas en minerales estratégicos como oro y coltán.

El presidente del FC Barcelona

Desde la perspectiva de Amnistía Internacional, la utilización de la imagen del club podría mejorar la percepción externa de actores estatales vinculados a crisis humanitarias. En su declaración, enfatizan: “El deporte no debe ser usado como una máscara para blanquear violaciones de derechos humanos.” Además, lamentan que, tras campañas de promoción turística como “Visit Rwanda” y ahora “RD Congo–Coeur de l’Afrique”, se oculten realidades como detenciones arbitrarias, torturas, y restricciones a la libertad de prensa.

El acuerdo del FC Barcelona refleja una tendencia observable en el fútbol europeo, donde clubes como el Paris Saint-Germain, el Atlético de Madrid, el Bayern Múnich y el Mónaco han firmado convenios similares con estados criticados internacionalmente por violaciones de derechos humanos, fenómeno que algunos analistas denominan sportwashing. En este contexto, la organización de derechos humanos exige “mayor responsabilidad ética de los clubes”, subrayando que la imagen de organizaciones futbolísticas históricas impacta directamente en la legitimación o cuestionamiento de gobiernos en contextos complicados.

Desde la óptica del club, la estrategia responde a necesidades económicas y al deseo de internacionalizar la marca y crear lazos culturales. Los ingresos generados —estimados en diez millones de euros por temporada hasta 2029— proporcionan recursos para cumplir con los requisitos de Fair Play financiero impuestos por las autoridades del fútbol europeo, facilitando también la inscripción de nuevos jugadores. Tanto el aspecto económico como el institucional del acuerdo plantean interrogantes sobre los límites del fútbol ante la vulneración de derechos fundamentales. Expertos consultados por organismos internacionales insisten en que la creciente interdependencia entre el deporte y la política requiere revisar los criterios de alianzas y patrocinios.

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Mientras que la presentación de la “Casa de la RDC” en el Spotify Camp Nou se describe como una celebración de la diversidad, la presión de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional mantiene el foco en las condiciones internas del país africano y alimenta el debate global sobre la ética en los acuerdos de patrocinio en el deporte profesional.