28 de agosto de 2025 07:38

De Boca a Europa, hoy chofer: “Ser futbolista es mi mejor carta de presentación”. Sergio Zapatilla Sánchez prioriza a la familia.

Sergio Zapatilla Sánchez también tuvo experiencias en Ferro, Banfield y Defensa y Justicia. Tras el retiro se desempeñó en la formación, pero hoy prioriza el tiempo con sus seres queridos: “Trabajo de lunes a viernes: sábado y domingo son para mí”

-Disculpe, ¿usted es Zapatilla Sánchez?

Este momento, que parece salido de una comedia, se repite cada vez que un pasajero futbolero sube a su auto, recordando su relación con Boca, Defensa y Justicia, Ferro o Banfield. El delantero veloz y potente, que brilló en Alemania y Bélgica durante su tiempo en Europa, ilumina su rostro con una sonrisa, comparable a la de los días en los que posaba para los fotógrafos. Mientras conduce como chofer de aplicación, se sumerge en los recuerdos.

Me pasa bastante. Muchas veces sube alguien y me dice: ‘¿Vos sos Zapatilla?’. Así comenzamos a charlar. Es mi carta de presentación, me favorece. Cuando me reconocen, sienten confianza al saber que fui futbolista y, a partir de ahí, se convierten en clientes habituales. Ya me dispongo a ofrecerles trayectos más largos. Viajo a la Costa Atlántica, al Interior, incluso a Paraguay…”, se extiende Zapatilla, un apodo que ha eclipsado su nombre de pila (Sergio) y que permanece arraigado en la memoria de los aficionados.

La historia de Sánchez no es la típica de un ex futbolista que lucha por mantenerse cerca de la actividad que ama. De hecho, estuvo involucrado en el fútbol durante una década, formando parte de las categorías inferiores e infantiles del Halcón de Varela, su zona de confort. Sin embargo, ha comprendido que en esta etapa de su vida, la prioridad es recuperar el tiempo perdido por las gambetas que le robaron. O al menos, lo que le quitaron.

El debut de Zapatilla Sánchez como titular en Boca: 3-0 ante Racing

“Cuando jugaba, perdí muchas vivencias. Bodas, cumpleaños, reuniones… Hoy, prefiero dedicar este tiempo a la familia y los amigos… Vivo con mi padre. Él vive en la casa de adelante y yo en la parte trasera, en la misma casa que construí a los 18 años. Disfruto conducir, hacer viajes largos. A veces, cuando viajo a Paraguay, aprovecho para visitar conocidos. Puedo quedarme una semana y traigo cosas para vender, como celulares. Trabajo de lunes a viernes: los sábados y domingos son para mí”, reflexiona sobre su actualidad.

A pesar de que el fútbol ha pasado a ser más un hobby que un trabajo, su esencia sigue presente. El quincho, donde organiza asados para los amigos, “se ha convertido en una especie de museo donde guardo mis camisetas y las que intercambié”. Sin embargo, hay una que no exhibe: la de Boca que le perteneció a Maradona, valiosamente rescatada durante la única semana en que fueron compañeros.

El cuadro Xeneize fue definitivamente el punto de partida. “Estaba en la Sexta de Defensa. Un representante se acercó y me comentó que había una oportunidad para hacer una prueba en Boca. La categoría ’73 de Boca era formidables, así que pensé que era una broma. Pero fui y me evaluaron durante una semana. En la última práctica, el técnico Ernesto Grillo me dijo que, si destacaba contra los titulares, me quedaría. Hice dos goles y quedé”, recuerda.

En su camino hacia la elite nació el apodo que lo acompaña hasta hoy, resultado de un ingenio para superar un desafío. “Partimos a un torneo Sub 19 en Brasil, a la cancha del Palmeiras. Allí tenían el césped muy alto, para que la pelota corriera lentamente. No estábamos acostumbrados, usábamos botines con clavos y sufríamos calambres. Hasta que me cansé y en un partido contra la Universidad Católica decidí jugar con zapatillas. Hice dos goles. Desde entonces, todos me llaman Zapatilla”, cuenta.

Zapatilla en Ferro (último de

Sergio Sánchez vivió un sueño. A diario se entrenaba con figuras como Alberto José Márcico y Manteca Martínez. “Eran todos muy generosos con los más jóvenes. Nos guiaban y aconsejaban. Se interesaban por nuestras novias, o cómo vivíamos, si nos cuidábamos… El Beto era un fenómeno, comparable a Riquelme. Y estaban Giunta, Alejandro Mancuso…”, rememora.

El motor que lo impulsó hacia Primera fue nada menos que César Luis Menotti. Debutó con la camiseta auriazul el 24 de julio de 1994, curiosamente ante Ferro, el club donde luego ganó continuidad. Su primer partido como titular se llevó a cabo el 21 de agosto de ese mismo año, contra Racing, de visitante, dejando una buena impresión.

“El Flaco, un fenómeno. Me dijo que jugara como en Reserva, sin temor. Que encarara y no pasara la pelota hacia atrás. Brindaba charlas impresionantes. Tenía mucha paciencia y ofrecía seguridad y confianza. Tengo una anécdota con él. Un día se acercó y me preguntó cuánto ganaba. ‘1200 dólares’, le respondí. ‘No, es poco. Le necesito con la cabeza tranquila’, me contestó. A los dos meses, ganaba 2000. No tuve que hacer nada. Fue como un padre para mí en el fútbol, revela.

Navarro Montoya; Diego Soñora, Aldo Paredes, Alejandro Giuntini y Rodolfo Arruabarrena; Alejandro Farías, Raúl Peralta, Márcico; Carranza, Sergio Sánchez y el Polilla Da Silva fueron los titulares aquella jornada en Avellaneda. Un desborde de Zapatilla terminó en el último tanto de Márcico. “Ese día volaba”, evoca con nostalgia.

Con la indumentaria de Defensa

En Boca disputó 13 partidos y anotó un gol. Al año siguiente, fue cedido a préstamo a Ferro. “Fue lo mejor que me pudo pasar. Allí me convertí en jugador profesional, gracias a la experiencia. Hice dos goles, varios desbordes y asistencias, siempre jugué de titular. Guardaré los mejores recuerdos”, subraya. En esa etapa, se enfrentó a Boca en un emocionante 2-2 en La Bombonera. Una entrevista posterior al partido generó controversia.

Zapatilla pidió, ante los micrófonos, una mayor oportunidad para los juveniles en un Xeneize acostumbrado a hacer ruido en los mercados de pases: “Cuando expresé eso, salí en todas partes. Pero lo que dije era cierto. Había chicos muy buenos que terminaban yéndose libres o eran cedidos a la B y se sentían fracasados. Boca es complicado. Durante mi tiempo, aparecieron Thami, John Jairo Tréllez, Ivo Basay…”.

De regreso de Caballito y antes de su traslado a Banfield, su carrera le ofreció otro regalo: una semana de entrenamientos con Maradona en Boca. “El técnico era el Bambino Veira. Una semana fue suficiente para solicitar la camiseta que tengo. Me quedó pendiente una asado con Diego. Había hablado con Lalo, su hermano, para encontrarnos un día cuando dirigía a Gimnasia. Y un tiempo después, nos dejó”, lamenta.

Tras un año en Defensa (con tres etapas) y un exitoso paso por Deportivo Quito, llegó la oportunidad en Europa. En una época de scouting, agentes y big data, su llegada al Viejo Continente parece sacada de una película en blanco y negro.

Zapatilla, en el Dresden de

Tenía grabados mis goles en videocasete. Había un hombre de Varela, dedicado a filmar casamientos y fiestas de 15, que me armó un resumen. Mi cuñado, Sergio Bustos, exjugador de Racing y Platense, jugó en Alemania y le preguntaron si conocía un delantero para el Dresden, que estaba en Segunda División. Envié el video y me citaron para una prueba. El sueldo era mucho más del que ganaba aquí”, destaca con cariño al recordar esa etapa.

“Fue mi mejor momento. Allí ya se entrenaba como se hace hoy en todas partes. Todo con pelota y velocidad. Eso me hizo más rápido. Y la gambeta rioplatense ayudaba, je”, se ríe, ameno, como si estuviera jugando. Una experiencia similar vivió en Bélgica, con La Louviere. “Fue también muy bonito. Era un equipo como Banfield”, comenta. “Cuando llegué a Alemania, pude comprar mi casa, donde viví con mis hijos. Después, con seis meses en Ecuador, adquirí un dúplex en San Bernardo”, agrega.

En 2006, los botines dejaron de ser su sustento. “Estaba en Almirante Brown, con Giunta como técnico. Me desgarraba mucho y me di cuenta de que no podía más. Mi fuerte era la velocidad y ya no estaba. Lo pensé un mes y decidí que ‘no iba más’”, enumera las razones que lo condujeron a esa decisión.

Aunque hoy pase más tiempo al volante que en el césped, el fútbol sigue siendo parte de su esencia. “Voy a jugar, a veces me invitan al Senior. Ahora tengo unos seis kilitos de más, pero me mantengo en forma”, confiesa. Asiste a los partidos de Defensa e Independiente, los clubes que ama; también a la Selección cuando juega en el país. Y al escuchar la pregunta que se repite en el auto, revive la chispa de sus mejores días, ahora asistiendo al Beto Márcico o al Manteca Martínez en Boca; o a Chaparrito y al Bocón Torres en Ferro.

-Disculpe, ¿usted es Zapatilla Sánchez?