6 de septiembre de 2025 09:03

Argentino crea más de mil autos de carrera, incluye los de la serie de Senna y a sus 87 años sigue trabajando como patriota

A sus 87 años, Tulio Crespi sigue trabajando en su fábrica de autos en Balcarce, la tierra de Juan Manuel Fangio. Desde allí, ha producido más de 1.000 monopostos, según afirma este ícono del automovilismo argentino. Podría haber establecido su taller en Europa y competir con las grandes marcas, como hace medio siglo cuando su Tulia deslumbró al mundo en el Salón de París. Es el creador de la Fórmula Renault en Argentina, donde ha demostrado solidaridad con jóvenes y sus familias. Además, junto a sus hijos, replicaron fielmente los coches de Ayrton Senna para la serie del inolvidable piloto brasileño. Infobae dialogó con él sobre su fascinante historia.

Todo comenzó cuando fabricó su propio auto de carrera. Aunque brilló como piloto, encontró su vocación como constructor. “Tenía alrededor de veinte años, compré un NSU, un coche que en esa época corría con Juan Manuel Bordeu en los Grandes Premios. Ese coche y mi hermano (Humberto) juntos con dos compañeros de la Escuela Técnica de Otto Krause íbamos al Autódromo de Buenos Aires. Luego conocí a Andrea Vianini (piloto famoso de los años sesenta). Un día fuimos a probar y el equipo oficial NSU estaba en pruebas con un Fórmula de motor trasero; me invitaron a subirme. Probar un auto sin techo fue tan increíble que decidí hacer uno. Lo dibujamos en un pizarrón y empezamos a fabricarlo. Lo probamos en la autopista Riccheri, que estaba en construcción. Uno de mis amigos zigzagueó y chocó contra un Chevrolet ’51, un taxi nuevo. Nuestro amigo se salvó y reconstruimos el auto, que resultó ser el primer monocasco del mundo. Lo corrí en una exhibición y gané. Luego lo vendí y fabriqué otro. Así comencé a correr con un auto de Fórmula 2 en la Fórmula 1 Mecánica Argentina (F1MA)”, recuerda.

Esos comienzos fueron a pulmón; Tulio relata: “Siempre fui un observador, acompañaba a mi viejo en sus obras, enderezaba clavos. Mi padre tenía una empresa de construcción y yo engrasaba las máquinas. También me fascinaba la aviación y miraba los aviones. Copiar es llenar la computadora que es la cabeza. A los 15 años ya fabriqué mi carrito de rulemanes, con dirección y frenos, y lo usaba en la placita Serrano, en Palermo”. Los monopostos fueron su especialidad, destacando que “en esa época no existían las Fórmulas, ni rótulas, ni llantas de aluminio, ni frenos a disco, tanto en el país como en el mundo”.

Crespi a bordo de su

Mientras se establecía como constructor de autos de Fórmula, alcanzó el hito del Salón de París de 1975 con su emblemática Tulia. Transportó dos ejemplares en un Hércules a Francia para ver qué sucedía, y se convirtieron en la gran atracción del evento, junto a las marcas más grandes. “Tenía un tapicero en la Fuerza Aérea que me hizo el contacto con un comandante para el transporte. Llevamos los autos con turbinas de Aerolíneas Argentinas. En la exposición, estaban los Tulia al lado de Lotus y De Tomaso. Estuve rodeado de las mejores fábricas automotrices y pensaba ‘¿qué hago yo aquí?’. Renault presentaba un 4L, y al segundo día quería volver, pero la Tulieta sorprendió a todos. Un día, incluso, apareció Enzo Ferrari, quien me dio tres manchones para un F1MA que estábamos haciendo para Carlos Marincovich. Los manchones servían para las ruedas traseras. Usábamos manchones de goma, mientras que la F1 utilizaba unos más grandes. Fangio también me apoyó y el día que vino, me pusieron alfombra roja como si fuera una estrella de Hollywood. Era como si Messi y Maradona hubieran estado juntos. Su presencia atrajo al público y, con el correr de los días, comenzaron a preguntarnos de dónde veníamos y cuánto costaban los autos.

Su figura creció, y a través de Fangio dejó su taller en Chacarita y se mudó a Balcarce a comienzos de los años 80. Después de una decepción, su espíritu luchador lo llevó a levantarse. “Cuando volví de París, me llamaron de Renault porque querían que llevara la Tulieta para que fuera el Alpine 2. Fangio se enteró y me sugirió poner la fábrica en Balcarce. Así apareció Martínez de Hoz, que promovió traer cosas del extranjero, pero cambió el presidente de Renault y el proyecto quedó en nada. Aun así, seguí con la fábrica y logré terminarla a trompicones. Gracias a Dios, estoy en Balcarce, que es un lugar hermoso y tranquilo”.

A esa altura, sus monopostos eran el estándar en la Fórmula Renault, superando a otros como Berta. Como semillero del automovilismo argentino, muchos patrocinadores eran, en realidad, los padres de los pilotos. Ante dificultades económicas, Tulio ayudó a muchos jóvenes y sus familias para que no abandonaran sus sueños al inicio de sus carreras. Cuando le preguntan sobre este gesto, Crespi toma un momento y responde: “Es mi forma de ser. Lo más importante es ser reconocido. En vez de haber juntado plata, junté amor de todos, y eso es lo que realmente vale a mis 87 años. Vengo de una familia que vivió la Primera Guerra Mundial. Siempre que contaba esas historias, reíamos y llorábamos. Fui educado en ese ambiente, y por eso siempre quise ayudar”.

Crespi con la Tulia, el

Aunque la Fórmula Renault ya no existe con su nombre original, los vehículos de Crespi siguen compitiendo en diversas categorías promocionales como la Fórmula 3 Metropolitana, la Fórmula Renault Plus y la Fórmula Nacional. Hace unos años, la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) “rescató” sus autos que habían perdido su lugar en la Fórmula Renault, y la F3 Metropolitana mantiene el espíritu de la antigua categoría, que alguna vez se llamó Fórmula Junior y luego Fórmula 4. “La Fórmula 3 Metropolitana tiene casi 40 autos en la grilla. Esto no ocurre en ninguna otra categoría similar en el mundo. Por eso los italianos se sorprenden cuando saben que hay tantos en competencia aquí”, enfatiza.

Tulio también construyó autos para la Fórmula 2 Nacional, la F1 Mecánica Argentina, la Fórmula 2 Codasur y la Fórmula 3 Sudamericana. Al consultarle por la desaparición del monoposto en el país, comparte: “No sé qué pasó… Autos muy caros, quizás… Recuerdo que en las revistas había varias páginas dedicadas a los monopostos o eran nota de tapa en CORSA. Hoy, el monoposto ha perdido esa relevancia”.

Además, se destacó en autos con techo, vinculándose con el Turismo Carretera desde 1967, cuando fue carrocero de Moisés Nasif Estéfano. Mantuvo una conexión con la categoría durante décadas. En los años ochenta, trabajó en la aerodinámica de los Datsun 280 y Nissan 300 para el extinto Club Argentino de Pilotos, donde diseñó las trompas, alerones traseros y deflectores. A mediados de los noventa, tuvo su propio equipo en el TC 2000 con motores de Oscar “Pincho” Castellano. Entre sus pilotos, estuvo un joven Guillermo Ortelli.

El constructor con dos monopostos

Afirma haber fabricado “más de 1.000 autos de carrera en 62 años” y asegura que “todos los autos que armamos ganaron en sus respectivas categorías”. Actualmente, se le puede ver en su fábrica, trabajando como un operario más. Sobre su secreto para mantener el ritmo a su edad, comenta: “Vivo la vida. Trabajo en lo que me gusta. Siempre trabajé. Fangio decía: ‘nunca te creas el mejor, siempre trata de serlo’. Por eso sigo trabajando para llegar a serlo (risas)”.

Recientemente, volvió a destacar a nivel internacional con los autos que hizo para la serie de Senna en Netflix, réplicas exactas que diseñó junto a sus hijos. “Junté a toda mi familia; mis hijos fueron fundamentales: Luciano (ex piloto) llegó desde Suiza donde estaba en el equipo Jenzer de Fórmula 3. Matías estaba en Brasil y Sandro se unió después de la pandemia. Recuerdo que el productor lloró al llegar a la fábrica, emocionado por lo que vio. Diseñamos los autos gracias a la tecnología, y con fotos elaboramos los moldes. Después los lijamos, masillamos y usando mis teorías sobre chasis construimos estos coches de F1. Temíamos que hubiera una diferencia de 5 o 6 centímetros con los originales, pero lo corregimos. Cuando le pusieron cinco cámaras al auto, verificamos que la diferencia debía ser cero”.

Crespi ha enfrentado las fluctuaciones económicas del país y comparte cómo se sobrepuso a cada desafío: “Mirando hacia arriba. Siempre hay alguien a quien le puedes pedir ayuda, y también debes ayudar. Te hablo desde lo que viví. Tuve que ayudar y ahora cuento que apoyé a muchos patronatos y colegios, y lo del proyecto de Senna fue un gran impulso. Sobrevivimos y aquí estamos. La vida es un sube y baja, lo importante es seguir adelante. La pasé mal en algunos momentos, pero rescato lo positivo de la vida”. Además, acaba de publicar su libro titulado Fórmula Crespi.

Tulio Crespi trabajando en su fábrica a sus 87 años (@tulio_crespicompeticion)

Ama a su país y afirma: “soy un patriota argentino. No solo por el automovilismo, sino por mi nación que es lo más grande. No tolero que hablen mal de mi país. Es lo mismo que renegar de tu hogar. Si lo haces, alquila otro lugar y vete, no te quedes aquí. No puedes renegar de tus padres, de San Martín ni de quienes lucharon por tu hogar. Ve y junta dinero afuera, pero no al revés. Odio cuando dicen que este es un país bananero”.

Crespi es un argentino auténtico. A lo largo de su vida, se ha convertido en un emprendedor impulsado por su amor por los autos de carrera. Este fin de semana, uno de sus vehículos que reproduce un McLaren MP/5 de Ayrton Senna será una de las atracciones en el Minardi Day, un evento en honor al extinto equipo de Fórmula 1 en el Autódromo Enzo y Dino Ferrari de Imola. Allí estará Tulio, que, 50 años después del Salón de París, volverá a recibir reconocimiento internacional.

Las réplicas exactas de los