12 de septiembre de 2025 14:50

Nicolás Hamilton habla de su lucha contra la parálisis cerebral y el impacto de crecer a la sombra de su hermano Lewis en el pódcast ‘High Performance’.

Entrevistado por el pódcast “High Performance”, el corredor profesional británico abordó el impacto emocional de la exclusión y la fama de Lewis, su hermano mayor

Nicolas Hamilton, piloto británico de automovilismo, ha forjado una trayectoria singular, marcada por la parálisis cerebral y la constante comparación con su hermano mayor, Lewis Hamilton, múltiple campeón mundial de Fórmula 1. Su testimonio en una reciente entrevista para el pódcast High Performance —presentado por Jake Humphrey— trasciende las pistas y aborda temas de resiliencia, autoaceptación y salud mental.

Nacido en 1992 con diplejía espástica, una forma de parálisis cerebral, Nicolas creció en el Reino Unido en una familia que nunca convirtó su discapacidad en motivo de sobreprotección. Sus padres, sin experiencia previa en condiciones similares, decidieron educarlo en la independencia y el “amor duro”. “No me envolvieron en algodón ni me trataron diferente a cualquier otro niño”, recordó.

Desde muy pequeño, aprendió a levantarse solo tras una caída, bajo la atenta mirada de su padre, quien estaba convencido de que el mundo no siempre estaría dispuesto a ayudar. Con el tiempo, la gratitud superó la incomprensión: “Ahora agradezco esa fortaleza, porque me preparó para los desafíos de la vida adulta”.

El vínculo familiar y la

Soledad, escuela y salud mental

Durante su infancia, experimentó soledad y aislamiento. Fue el único niño con discapacidad y la única persona racializada en su escuela, una decisión que sus padres tomaron sin optar por establecimientos especiales. “Nunca pensé que necesitaba una escuela para necesidades especiales; simplemente me inscribieron en una escuela común”, relató sobre la postura de su madre.

La experiencia escolar fue dura: sufrió acoso por su forma de caminar y por el uso de silla de ruedas en la secundaria, donde los largos trayectos le dificultaban desplazarse a pie. “Ser una persona con discapacidad es un lugar muy solitario”, afirmó, y reconoció que esa sensación persiste aun en la adultez, aunque recibe apoyo de familiares y amigos.

La terapia, a la que asiste dos veces por semana, le ha permitido profundizar en su relación con la discapacidad y mostrarse vulnerable, alejándose de la imagen de fortaleza absoluta que proyectaba anteriormente.

La historia de resiliencia y

El peso del apellido Hamilton

La conexión con Lewis Hamilton se ha convertido en una fuente de orgullo y complejidad. La familia atravesó dificultades económicas para respaldar la carrera de Lewis: su padre llegó a trabajar en cuatro empleos, mientras que su madre se ocupaba del hogar y del cuidado de Nicolas. Al respecto, reconoció: “Mis metas y pasiones no eran importantes cuando era niño; todo giraba en torno a Lewis”.

A pesar de esto, nunca sintió celos ni rivalidad, sino admiración por el talento de su hermano y un deseo genuino de verlo triunfar. La fama de Lewis ha tenido un costo y señala: “La mayoría me conoce como el hermano de Lewis, como si no tuviera un nombre propio”. Aun hoy, la exposición mediática les dificulta compartir momentos cotidianos, aunque han encontrado en los videojuegos un espacio privado para fortalecer su relación.

Ser el hermano menor de

Inicio en el automovilismo y los retos físicos

La decisión de convertirse en piloto de carreras fue un acto de afirmación personal. “Elegí ser piloto de carreras por mí, no por nadie más. Es el ancla de mi vida”, afirmó. Su trayectoria en el automovilismo comenzó a los 18 años, tras dejar la silla de ruedas y aprender a caminar.

Correr no solo le brindó un propósito, sino también una forma de fortalecer sus piernas y lograr mayor independencia. Compitió en la Renault Clio Cup, la serie monomarca más exigente del Reino Unido, y actualmente forma parte del Campeonato Británico de Turismos.

Competir con parálisis cerebral demanda adaptaciones técnicas y un esfuerzo físico adicional. Nicolas no puede flexionar los tobillos, lo que le obliga a utilizar los músculos del muslo para acelerar y frenar, con pedales diseñados para sus necesidades y un embrague manual. “Para mí, acelerar y frenar es como un interruptor: todo o nada”, explicó.

El ajuste del asiento puede requerir más de 12 horas, y la rigidez muscular añade dificultad a cada maniobra. Sin embargo, a pesar de esas limitaciones, logra marcar tiempos a menos de un segundo de los pilotos más rápidos del campeonato. Sobre su enfoque de mejora continua, aseguró: “Mi meta en la vida es descubrir cómo hacer que mi discapacidad sea más rápida”.

Nicolas eligió la competición no

Éxito como triunfo personal frente a la adversidad

Para Nicolas Hamilton, el éxito no se mide por trofeos ni victorias. “El éxito es lo que tú consideres que es. Yo ya me siento exitoso por haber superado mi discapacidad”, reflexionó. En su niñez, un día sin caídas representaba un logro. Actualmente, valora vivir plenamente con su condición y la posibilidad de hablar con sinceridad sobre sus desafíos emocionales y físicos.

En 2016, enfrentó uno de sus momentos más oscuros. La falta de fondos para seguir compitiendo lo llevó a una crisis personal, marcada por adicción al juego y pensamientos suicidas. “Me convertí en adicto al juego durante siete meses y perdí todos mis ahorros”, relató.

La vergüenza y el miedo a defraudar a su familia lo llevaron a un mayor aislamiento, hasta que decidió buscar ayuda en la organización Samaritans. Al respecto, reconoció: “Sentí que me salvaron la vida en ese momento”.

El proceso de recuperación incluyó terapia, reconstrucción de rutinas y la aceptación de que el valor personal no depende del dinero ni del éxito externo. “La terapia es una de las cosas más poderosas que puedes hacer”, afirmó, instando a quienes enfrentan dificultades a pedir apoyo sin miedo al estigma.

El piloto compartió que la

El mensaje de Nicolas Hamilton trasciende el automovilismo y la discapacidad. Su historia revela que la verdadera fuerza y la confianza genuina emergen de la capacidad de enfrentar la adversidad y reconocerse valioso por uno mismo.