Campeón del mundo con Maradona, jugó en River, Racing y San Lorenzo: Osvaldo Rinaldi se retiró a los 30, pero vivió grandes momentos

Osvaldo Rinaldi se retiró a los 30 años, pero se dio varios gustos en su carrera: desde jugar con su hermano Jorge a ser dirigido por Menotti y Bilardo al mismo tiempo. Incluso, peleó para disputar el Mundial de 1982

“Tengo una historia particular en el fútbol. Jugué con mi hermano, la Chancha Rinaldi, tuve a Carlos Bilardo y a César Luis Menotti como entrenadores al mismo tiempo; estuve en cuatro de los seis equipos grandes de la Argentina, y soy de los pocos jugadores que se pusieron la casaca de San Lorenzo y Huracán.” Así se presenta Osvaldo Rinaldi, ex volante central que además vistió los colores de Racing Club y River Plate durante una carrera de diez años.

El mayor de los Rinaldi tuvo la fortuna de jugar en grandes equipos a nivel clubes. Debutó en San Lorenzo bajo la dirección de Adolfo Pedernera en 1978, junto a su hermano Jorge. Posteriormente, fue dirigido por Bilardo en Boedo, antes de pasar a Loma Negra en 1982. También formó parte de Racing antes de su descenso en 1983, lo que trajo alegría a su familia racinguista. Integró uno de los mejores equipos de River en la historia, bajo el mando de Héctor Rodolfo Veira, consagrándose multicampeón junto a Enzo Francescoli, el Beto Alonso, el Tolo Gallego y Oscar Ruggeri, entre otros. Jugó en Huracán en la segunda categoría del fútbol argentino antes de unirse a Desamparados de San Juan, donde sufrió una lesión en uno de sus tobillos. A pesar de que pudo continuar jugando, decidió a los 30 años colgar los botines y recibirse de director técnico; sin embargo, su vida dio un giro inesperado al convertirse en productor de seguros, un oficio que mantiene hasta el día de hoy. “Cuando dejábamos de jugar, en el fútbol no tenías el dinero que podrías tener hoy”, explica sobre su cambio de profesión.

En poco tiempo, Rinaldi tuvo una carrera de ensueño. Además de los clubes argentinos en los que jugó, tuvo una destacada trayectoria en las distintas selecciones juveniles, llegando hasta la Mayor, aunque no logró participar en el Mundial del 82. El ex mediocampista se consagró campeón del Mundo en Japón en 1979 de la mano de Menotti, donde compartió equipo con Juan Barbas, Ramón Díaz y un joven Diego Armando Maradona. Además, ganó el torneo Preolímpico Sudamericano de Colombia con el seleccionado Sub 20 dirigido por Federico Sacchi. “Jugar con Maradona era lo mismo que estar en Disney todos los días”, afirma.

Al lado del Beto Alonso,

En una conversación con Infobae, Rinaldi recuerda a Maradona como un líder natural, muy inteligente, y un compañero excepcional y humilde. “Diego te malacostumbraba, porque pasabas un mes concentrado, entrenando todos los días en el predio José C. Paz, y te parecía que lo que hacía era normal. Pero, cuando regresabas a tu club, te dabas cuenta de que no era normal lo que hacía Diego. Era magia pura, diversión y sacrificio, porque nunca dejaba de esforzarse”, enfatiza el ex volante central.

– ¿Qué es de su vida, Osvaldo?

– Estoy dedicado a los seguros de vida y capitalización desde hace mucho tiempo. Principalmente en Argentina, negociando con muchas compañías. Soy productor de seguros y tengo mi propia organización. También, como pasatiempo, me recibí de director técnico. Estoy habilitado como director técnico de fútbol. Realicé el curso junto a Toti Iglesias, Héctor Cúper y Eduardo Basigalup, aunque decidí enfocarme más en el tema de seguros que en lo deportivo.

– ¿Le resultó más lucrativo trabajar como productor de seguros que continuar como entrenador?

– Sí. Es que, cuando dejábamos de jugar, yo apenas a los 30 años, en el fútbol no se ganaba el dinero que se gana hoy. Siempre se nos dice a mi hermano Jorge y a mí que si hubiéramos nacido veinte o treinta años después, hoy seríamos millonarios, al igual que muchos otros chicos de nuestra época. Pero todos tuvimos que reinvertir lo que ganamos o buscar otra actividad.

– ¿Pero logró acumular un buen colchón de dinero para vivir cómodamente después?

– No. Tuve que salir a trabajar. Nadie logró estabilidad económica en mi época, incluso saliendo campeón y viviendo cosas positivas en la vida. No se puede comparar lo que ganábamos con lo que se gana hoy. Lo que se obtiene actualmente es acorde a lo que debería ganar un futbolista, considerando tanto la pasión como el negocio del fútbol. En nuestro tiempo, todo estaba muy limitado respecto a la apertura de la televisión y a muchas otras cosas. En aquella época, ningún partido de fútbol se transmitía en vivo y las repeticiones se hacían en un resumen nocturno.

En la selección argentina, donde

– Entonces, los ingresos económicos de un club eran mucho menores que los de ahora, ¿no?

– Totalmente, y te lo digo por experiencia en todos los grandes clubes. Tuve la suerte de jugar en San Lorenzo, Racing, River, Huracán y en Loma Negra, en su época dorada. Pero no se puede comparar con la actualidad, ni a nivel de un Mundial, pues los premios que otorgó la FIFA en el Mundial del 86, con Maradona, fueron inferiores. Tal vez el premio que recibió el plantel que se coronó en Qatar 2022 fue quinientas veces mayor que en 1986.

– ¿En 1979 recibieron compensación monetaria por ser campeones juveniles en Japón?

– No, no ganamos. Recibimos una cantidad que era decorosa para la época, similar a la despedida que hicimos el 3 de noviembre de 1979 contra el Valencia de Mario Kempes. Maradona jugó contra Kempes, y el estadio de River se llenó. En ese momento, nos dieron parte de la recaudación, que era el doble de lo que se les daba a la Selección Mayor. Hicieron una excepción por lo que habíamos logrado y porque la gente llenó la cancha, pero si tengo que hablar de cifras actuales, son insignificantes comparadas con lo que se maneja ahora.

– ¿Fue su primer título el logrado en 1979?

– Sí, en Japón fue el primer título. Con la Selección tuve dos campeonatos: el de Japón y también fui campeón en el Sudamericano olímpico en Colombia de 1980, con Federico Sacchi de técnico, clasificando así a las olimpiadas de Moscú. Teníamos un gran equipo, con muchos jugadores del interior, de Talleres de Córdoba. Luego, cuando llegó el momento, nos concentramos y estábamos listos para ir a los Juegos. Una semana antes, Argentina, bajo un gobierno militar, se unió al boicot contra la Unión Soviética y nos quedamos sin participar. Fue una pena, porque tendríamos tenido una gran oportunidad con el equipo que teníamos.

– ¿Se le cayó el sueño de jugar unos Juegos Olímpicos, que para cualquier deportista es un anhelo?

– Exactamente. En esa época, lo más destacado era disputar el Preolímpico Sudamericano Sub 20, el Mundial Sub 20 y los Juegos Olímpicos. No había otros torneos como el Sub-15 o Sub-17. Así que de los cuatro torneos importantes, ya había participado en tres, y me faltaba uno, que eran las Olimpíadas. Así que me causó mucha tristeza. Estábamos concentrados un mes antes de que comenzaran los JJ.OO., con todo listo, pero a último momento se avisó que todo se canceló.

– ¿Cómo fue la experiencia de jugar con Maradona en aquel Mundial juvenil en Japón 79?

– También jugué con Ramón Díaz. Jugar con Maradona era vivir en un parque de diversiones todos los días. Es decir, jugar con Diego era pura magia. Era estar rodeado de magia. Agradezco a Dios por haber tenido la oportunidad de jugar con él. He jugado con grandes futbolistas. En River, estuve con Francescoli, el Beto Alonso. En la Selección, con Ramón Díaz, con grandes jugadores. Enfrenté a Ricardo Bochini, y a todos los grandes, incluido mi hermano Jorge, pero compartir el campo con Diego fue lo mejor de mi carrera. Él te malacostumbraba, porque pasabas un mes concentrado en el predio de José C. Paz, y lo que hacía parecía normal. Pero luego, al volver a tu club, te dabas cuenta de que lo que hacía Diego no era normal. Era pura magia, diversión, y un esfuerzo constante, porque siempre se sacrificaba. Era uno de los primeros en entrenar, dando ejemplo. Fue una época maravillosa la de 1979. Era nuestro gran capitán. En ese campeonato de Japón, ganamos a todos los equipos, hicimos un torneo impresionante. Hasta el día de hoy, cuando hablo del tema en distintos lugares del mundo, la gente que vivió esa época lo recuerda con cariño por el fútbol que brindamos, ¿no?

Plantel completo del Sub 20

– ¿Qué le dejó Menotti como entrenador?

– Imagínate que hoy Lionel Scaloni, campeón del mundo, diga “voy a agarrar el Sub 20 desde el Sudamericano, clasificarlo al Mundial y después asumir el equipo”, a pesar de ya haber sido campeón mundial. El Flaco hizo una locura desde el punto de vista del negocio, al decidir “voy a tomar un juvenil Sub 20 para hacer esto y aquello”. Arriesgó su imagen, pues ya tenía un torneo como el Mundial 78 ganado y, sin embargo, se comprometió con nosotros. César, hasta el último día, nos repetía: “fueron los jugadores que más me entendieron en lo que quería desarrollar.” La verdad es que, incluso hoy en día, seguimos encontrándonos con César y manteniendo esos eternos diálogos sobre inmensas enseñanzas.

– ¿Le faltó jugar un Mundial con la Selección mayor?

– Bueno, cuando volví del Mundialito, estuve toda la temporada 80/81 en la lista de la Selección mayor. Pero César alguna vez dijo que tenía que elegir entre continuar con parte del grupo que había salido campeón en el 78 o que formara medio equipo con los campeones juveniles, complementándolo con otros. En definitiva, decidió jugar con quienes se consagraron en el 78, y solo llevó a tres de nosotros: Juan Barbas, al Pelado Díaz y Diego Maradona. Así que quedé afuera debido a una decisión del director técnico. Muchos de nosotros, como Rubén Rossi y otros, estuvimos en la lista durante toda la temporada 80.

– ¿Le dolió quedar afuera o lo entendió?

– Siempre procuro entender todo, pero, al final del día, el dolor sigue siendo palpable. Por ejemplo, cuando alguien dice “¿entendiste que te ganó?”. Sí, entiendo, pero no deja de ser un golpe. Recuerdo la enseñanza de Don Adolfo Pernera, que decía “había que luchar hasta lo último. Debes irte a dormir con la conciencia tranquila de que hiciste lo imposible. Si después se logra o no, es otro tema. Pero uno sabe que hizo lo que pudo”. He sido uno de los pocos jugadores que tuvo a Menotti y a Carlos Bilardo al mismo tiempo.

– ¿Cómo es eso? ¿Lo dirigieron al mismo tiempo?

– Así es. En 1979, el técnico de San Lorenzo era Bilardo. Esta situación me volvía loco, pues siempre me llamaban y me daban indicaciones contradictorias. Recuerdo una anécdota: cuando entrenaba con Bilardo, él me gritaba “Menotti, tirate más a la derecha”. “Menotti”, me decía, y se reía. Y cuando estaba con Menotti en José C. Paz, César me paraba antes de entrar y me decía: “Rinaldi, antes de entrar, deja todos los alfileres afuera”. En esa época, ambos se reían y yo contaba esta anécdota sin que nadie se ofendiera, lo tomaban a broma. Sin embargo, aprendí muchísimo de los dos. Tuve la suerte de contar con ambos, es decir, a los campeones del mundo con Argentina. Además, tres meses antes del Mundial juvenil, yo era el único que conocía Japón, porque había estado allí en una gira con San Lorenzo, jugando un torneo importante contra el Tottenham de Inglaterra, Sevilla, Dundee de Escocia, y la Juventus de Italia. Así que a Japón fui primero con Bilardo y tres meses después con Menotti, y para mí fue un honor, ¿no?

– ¿Qué momento vivió en San Lorenzo?

– Una época dura. Pasé por la pérdida de un amigo, Hugo Tomate Pena, y otras situaciones difíciles. El descenso es algo doloroso desde lo sentimental y futbolístico, pero son situaciones que se superan. De hecho, San Lorenzo volvió a la A en menos de un año y logró todo de la mano de mi hermano Jorge, quien ya estaba haciendo un gran papel. Estas experiencias ofrecen lecciones y fortaleza. Es un club que mostró el verdadero apoyo de la gente, no era casualidad que aparecieran en todos lados. La cantidad de aficionados era tal que los clubes debían cambiar la localía y jugar en el estadio de River. Yo tuve la suerte de jugar en la temporada 78/79 en el Viejo Gasómetro, pero en 1980 no se podía jugar allí, así que disputé el último partido contra Boca, el cual empatamos sin goles, con un penal fallado por Hugo Coscia. Realmente atravesamos esos momentos de manera dolorosa, considerando la emoción de los hinchas y el respaldo de la afición de San Lorenzo, que sigue siendo increíble hasta hoy.

– ¿Por qué dejó San Lorenzo para jugar en Loma Negra en dos oportunidades y luego pasó por Racing en 1983?

– Así es. Después de Loma Negra, estuve en Racing y luego en River, donde salí campeón en 1985 y 1986. Decidí irme a Loma Negra porque San Lorenzo descendió. Deseaba quedarme, estaba dispuesto a arreglar…

– ¿Por qué no se quedó?

– No tenía problema y, además, mi hermano Jorge estaba subiendo a Primera, pero el club me indicó que yo era el único vendible en ese momento y con mi salida podrían generar ingresos para armar un equipo para el campeonato de la B. Recibí muchas ofertas de distintos clubes, y de repente apareció Loma Negra, de la cual ni siquiera sabía qué era. Me acuerdo de preguntar: “¿Loma qué?, no tengo idea”.

– ¿Por qué lo eligió?

– Elegí Loma Negra principalmente por lo económico. Cuando negocié, me ofrecieron un buen contrato, no solo el doble, sino cinco veces más que lo que ganaba en San Lorenzo. No son cifras que se manejan hoy, pero en esa época representaba cinco veces más de lo que podía ofrecer Boca o River. Eso me sorprendió. Nací en un barrio humilde como Villa Lugano, con una familia sencilla y con muchas dificultades. Ese contrato me brindaba la oportunidad de ayudar a mis padres, haciendo su casa, y tener una buena estabilidad económica. Me generaba felicidad, tomé la decisión de ir a Loma Negra.

Con su hermano Jorge y

– ¿Fue sencilla la adaptación en ese club?

– Al principio, tuve que adaptarme poco a poco, pero ya había jugadores excepcionales que estaban allí desde hacía mucho tiempo, como Mario Husillos, Félix el Pampa Orte, y José el Loro Gaitán; todos grandes futbolistas. Comenzamos a competir en los campeonatos regionales. Aprendí mucho, disfruté y llegamos al Nacional. Realmente, fue un suceso en esa época y una experiencia maravillosa. Luego, cuando el plantel se desarmó y quedó un equipo con menos apoyo económico, decidí ir a Racing. Agradezco a Dios haber tenido una primera etapa espectacular allí. Estuve en ese partido contra Boca el 3 de agosto del 83, conocido como el famoso partido de la bengala.

– Sí, ese encuentro desafortunado en 1983 que terminó con la muerte de un hincha de Racing y se jugó de todos modos…

– Así es. Ese día empatamos 2 a 2; hice un gol y el otro fue de Diego Castello desde la mitad de la cancha. En medio de esa tragedia, no sabíamos lo que había pasado. Insistieron en continuar con el partido. Luego, seguí en Racing hasta que me lesioné el tobillo antes del último partido de la primera ronda. Intenté volver en el siguiente encuentro, pero al final me había roto la cápsula y debí regresar a Loma Negra. Así que no pude terminar aquel año en Racing, que fue muy malo porque descendieron. Pero yo me fui mucho antes, ya que con esa lesión, la gente de Loma Negra quería que me trataran los médicos que ellos tenían.

– Después, integró el mejor River de la historia, dirigido por el Bambino Veira.

– Sí, yo jugué en la temporada 85-86 y salí campeón con River. Cuando el Tolo Gallego no estaba, yo jugaba en su lugar. Luego, participé en varios partidos, entrando en el segundo tiempo para acompañarlo y ayudarlo. El Tolo Gallego fue un fenómeno, un mediocampista extraordinario. En ese gran equipo de River era muy fácil jugar. Participé en varios partidos como titular contra San Lorenzo. ¿Sabes lo que era jugar con el Negro Enrique y con Claudio Morresi? Todos sabían jugar, era una maravilla, junto al Pipo Gorosito; tenía como marcadores de punta al Tapón Gordillo y al Negro Alejandro Montenegro. El Negro Enrique fue un gran jugador. Ya en esa época, estaban a punto de convocarlo a la selección. Yo me preguntaba: “¿Cómo puede ser que no lleven a este jugador a la selección?” Era increíble jugar junto a Roque Alfaro. La pelota te la pasaban los que sabían, y todos atacaban. Defense había jugadores como el Tano Gutiérrez, Oscar Ruggeri, Jorge Cachito Borelli, y en el arco tenías a Nery Pumpido y Sergio Goycochea; era una locura. El Negro Montenegro como lateral izquierdo, era un equipazo. Hacíamos partidos entre titulares y suplentes que terminaban 5 a 5. Eran dos conjuntos completos que usabas dependiendo de la situación. Logramos resultados impresionantes en River; en ese campeonato aún contabilizábamos dos puntos por victoria, no tres. Creo que sacamos una ventaja de 11 puntos. Si hubiera sido ahora, hubiéramos tenido más de 20 puntos de ventaja. Fue un año extraordinario, lo disfruté y lo agradecí profundamente porque jugué con futbolistas sobresalientes.

– Estaba también el Beto Alonso, quien era ídolo de River…

– Así es. Fue la última etapa del Beto Alonso, un monstruo. En aquel equipo, el Beto era incluso suplente. Su carácter excepcional también es digno de destacar. Era un ídolo que, a pesar de su trayectoria, nunca actuó como una estrella. Tenía una grandeza personal notable.

– Con tantas figuras y egos en el plantel de River, ¿cómo hacía el Bambino Veira para manejar al grupo?

– El Bambino era un entrenador que nos acomodaba y organizaba, con una gran inteligencia en el manejo y la motivación. En esa época, si estabas con el Bambino y te la creías, funcionabas bien. Él venía y te decía “eres el mejor del mundo”. Después de esas charlas, salías corriendo como si fueras el mejor del mundo. Ya lo conocía porque había sido ayudante de Carmelo Faraone en San Lorenzo, y también lo tuve como técnico en un par de partidos en San Lorenzo, así que nunca tuve problemas con el Bambino. Fue un técnico excepcional. En esa época, el presidente de River era Hugo Santilli, que ponía siempre al club por delante de todo. Luchaba por la institución en la AFA y no había problemas de pagos. Se dieron muchas circunstancias que, gracias a Dios, resultaron bien y las concreciones fueron extraordinarias.

– ¿Luego terminó su carrera en Huracán? Es de los pocos que jugó en San Lorenzo y en Huracán.

– Sí. Huracán me recibió bien. Me reía porque, antes de comenzar los partidos, la hinchada le cantaba una canción a cada jugador por posición. Cuando llegaban a mí, me decían “Cuervo hijo de puta”; no me lo tomaba a mal porque era parte del juego. Luego me alentaban. Agradezco a Dios que mi desempeño fue favorable en la etapa que me tocó. Después, en la calle, los hinchas me decían “mirá, Rinaldi, nos gusta cómo jugás. Pero no dejas de ser un Cuervo, hijo de puta”. No discutía; lo tomaba con humor.

– ¿Cómo lo trató la afición de Huracán?

– Me trataron muy bien, sin problemas. En esa época se lo tomaban todo a risa. Hoy en día sigo siendo amigo de Claudio Morresi. Lo encontré hace un mes y es como si nunca hubiéramos estado separados. La gente del club era realmente excepcional. También hablé recientemente con Ángel Cappa, quien me llevó a Huracán y con el que aprendí mucho. Otro entrenador que me dejó un gran aprendizaje, como Menotti, fue Cayetano Rodríguez, quien también tuve en Loma Negra, así como Roberto Saporiti.

– ¿Por qué se retiró en Huracán?

– Me retiré realmente en Desamparados de San Juan. Debía ir a un equipo en Japón, pero cuando todo estaba acordado, se cerró el libro de pases y no tuve otra opción que arreglar con Huracán, que en ese momento estaba en el Nacional B. Cuando terminó mi contrato con Huracán, no había tiempo para negociar con un equipo de Primera. Tuve la oportunidad de entrenar en Boca junto a mi hermano, pero lo despidieron a Juan Carlos el Toto Lorenzo y no pude ir. Así que acordé con Desamparados de San Juan para jugar el Regional y decidir qué hacer. Aunque me recuperé bien de la lesión del tobillo, hubo discusiones entre representantes sobre mi estado de salud y afirmaban que seguía lesionado. Finalmente, me fui a Desamparados, jugué al Regional, pero nunca había sido expulsado y en un partido me sacaron roja. Llegué y no me pagaban lo acordado, así que decidí retirarme a los 30 años. Ahí concluí que debía dedicarme a otra cosa. Fue cuando hice el curso de técnico y me decanté por el mundo de los seguros de vida, pensiones, y fui aprendiendo. Tengo mi propia organización de seguros y me mantuve en este campo.

– Se retiró muy joven…

– Sí, con 30 años, dejé muy joven. Sin embargo, sentí que era el momento adecuado. Recibí llamados de importantes clubes del interior, pero sabía que ya era suficiente. En el fondo, el fútbol ya no me llenaba, no me hacía feliz. Además, debía demostrar que mi tobillo estaba bien debido a comentarios negativos, pero la verdad es que estaba en perfectas condiciones. Por esas razones, opté por dedicarme a lo que hago ahora.

– ¿Sigue jugando al fútbol a su edad?

– Sí. Con dos caderas operadas, juego en el torneo de GEBA con amigos. Participaré en un torneo en Boca Ratón con los compañeros que ganamos el Mundial juvenil de Japón, donde siempre nos invitan a jugar y a disfrutar de una buena comida. Así que todavía sigo jugando y me decían que no iba a poder hacerlo. Y aquí estoy.