Han transcurrido 1762 días desde aquel 29 de noviembre de 2020, cuando Romain Grosjean estuvo al borde de perder la vida en el incendio que ocurrió después de su aterrador accidente en la primera vuelta del Gran Premio de Bahréin. Gracias al halo, el piloto francés logró salir con vida, aunque sufrió quemaduras en manos y piernas, cicatrices que aún porta y que recuerdan cómo el automovilismo puede brindar emociones extraordinarias, pero, al mismo tiempo, es un deporte inherentemente peligroso.
Sin embargo, el amor por las carreras nunca lo abandonó. Tras concluir su etapa en la Fórmula 1, Grosjean se unió a la IndyCar, donde compitió durante tres temporadas. Luego asumió el rol de piloto reserva con Prema y también participó en el campeonato IMSA al volante de un Lamborghini.
Aun así, quedaba algo por hacer. Inmediatamente después del accidente en Bahréin, Toto Wolff y Mercedes se comprometieron a ofrecerle un test en Paul Ricard durante el fin de semana del Gran Premio de Francia, para cumplir su deseo de volver a manejar un monoplaza de Fórmula 1 y evaluar su estado físico.

Romain Grosjean, Haas F1 Team
Foto di: Haas F1 Team
Todo estaba en su lugar, incluso el asiento, pero las restricciones relacionadas con el COVID y los compromisos del francés en Estados Unidos hicieron inviable la realización de la prueba con el W10, el coche que dominó el Mundial 2019. Desde entonces, han transcurrido cuatro años y ese sueño quedó en suspenso.
Sin embargo, los sueños, aunque queden en pausa, a veces encuentran el camino para hacerse realidad. Así, después de cuatro años, Grosjean pudo finalmente retomar el volante de un Fórmula 1. No con Mercedes, sino con el equipo que lo acogió en el pasado: Haas, que le brindó la oportunidad de pilotar el VF-23, el monoplaza de 2023 que condujeron Nico Hülkenberg y su excompañero Kevin Magnussen.
De hecho, Haas había estado buscando ofrecerle un test durante un tiempo, pero los recursos limitados no permitían implementar un programa con coches TPC (Testing Previous Cars), es decir, monoplazas con al menos dos años de antigüedad. Sin embargo, la llegada de nuevos patrocinadores y la colaboración con Toyota cambió el panorama, permitiendo al equipo estadounidense desarrollar un proyecto específico que, además, ofrecerá a los pilotos de la marca japonesa la posibilidad de probar un Fórmula 1.

Romain Grosjean, Haas F1 Team
Foto di: Haas F1 Team

Romain Grosjean, Haas F1 Team
Foto di: Haas F1 Team
De este modo, se abrió la puerta para el regreso a las pistas de Grosjean, quien, después de 1762 días, volvió a colocarse al volante de un F1, luciendo el casco diseñado por sus hijos para lo que iba a ser su último Gran Premio en la máxima categoría en 2020.
Supervisando el test —que comenzó bajo la lluvia en Mugello— estuvo el director del equipo, Ayao Komatsu, quien ya había trabajado con Grosjean anteriormente, tanto en Haas como en Lotus en 2015, cuando era su ingeniero de pista. Un reencuentro con un fuerte significado simbólico y emocional para ambos, protagonistas de algunos de los capítulos más importantes en la historia del equipo.
También estuvo presente en Mugello el director de Ferrari, Frédéric Vasseur, quien siguió de cerca las pruebas de Pirelli para el desarrollo de los neumáticos de 2026. En pista, Ferrari rodó con un SF-25 en una versión de laboratorio, alternando el volante entre Charles Leclerc y Zhou Guanyu a lo largo de la jornada.