Dolor en el mundo del fútbol: a los 69 años, murió Miguel Ángel Russo. El entrenador de Boca Juniors, que volvió al club a mediados de este año, sufrió en las últimas semanas una recaída en su salud que lo obligó a ser internado en varias oportunidades y, finalmente, a continuar su recuperación en domicilio.
Russo estuvo presente el domingo 21 de septiembre en la Bombonera para dirigir al equipo en el empate 2-2 con Central Córdoba por la novena fecha del Torneo Clausura. Horas más tarde fue internado; aunque recibió el alta rápidamente, volvió a quedar bajo observación médica durante 72 horas. Desde entonces, su frágil estado le impidió regresar a las prácticas del equipo. El lunes 6 de octubre por la noche, el Xeneize informó que el DT se encontraba con “pronóstico reservado”.
El diagnóstico de cáncer de vejiga y la detección de un tumor en la próstata en 2017 marcaron un punto de inflexión en su vida. Uno de los entrenadores más experimentados y múltiples veces campeón del fútbol argentino enfrentó desde entonces complicaciones médicas, pero continuó con su carrera profesional y mantuvo una actitud positiva ante la adversidad.
Todo comenzó cuando dirigía al colombiano Millonarios. Allí le diagnosticaron la enfermedad y, durante la intervención quirúrgica, le detectaron un pequeño tumor en la próstata. En su internación contrajo además una bacteria resistente a varios antibióticos, lo que complicó su cuadro. A pesar de ello, inició el tratamiento y, paralelamente, llevó al club colombiano a conquistar el Torneo Finalización 2017 y la Superliga 2018, una muestra de su temperamento y compromiso con el fútbol, que para él siempre fue “su vida” y que demostró hasta el final.

A principios de septiembre, tras su regreso al Xeneize en su tercera etapa al frente del primer equipo, Russo permaneció tres días internado por una infección urinaria derivada de una bajada en sus defensas detectada en análisis de rutina. La infección requirió medicación endovenosa y un control médico estricto, por lo que permaneció en observación hasta garantizar una adecuada recuperación. En ese marco, durante el partido contra Aldosivi en Mar del Plata se lo vio débil, lo que generó preocupación y luego motivó una internación por deshidratación.
Tras recibir el alta, reapareció en los entrenamientos del Xeneize y hasta se difundió en las redes oficiales del club una foto junto al presidente Juan Román Riquelme, con quien compartió la última conquista de la Copa Libertadores en 2007. Sin embargo, luego volvió a ser internado para nuevos controles médicos vinculados con su enfermedad.
En los últimos tiempos, la exposición pública de su estado le provocó incomodidad. Tras el partido contra Central en Rosario, y después de recibir una cálida muestra de afecto del pueblo canalla, se mostró molesto ante las preguntas sobre su estado físico y subrayó la importancia de mantener la calma: “Hay que mantenerse en frío, que es lo más difícil, pero estoy contento de estar en esta ciudad, en este club. Venir acá siempre es algo distinto. Hace dos meses que no venía, es mucho tiempo para mí. Me hace bien venir a Rosario. Siempre me encuentro con amigos y seres queridos”. En la misma línea, destacó que era importante acompañar al equipo y que contaba con el respaldo de los suyos: “Yo estoy muy bien. Hubo muchos que dijeron muchas tonterías. Me entran por un oído y me salen por el otro. El que sabe de su salud es uno mismo. Yo, si estoy trabajando, es porque me siento bien. Lo primero es la familia”.

En una entrevista concedida en noviembre del año pasado a Infobae, poco después de asumir su segunda etapa en San Lorenzo, Miguel profundizó sobre cómo enfrentó la enfermedad. Contó que, al recibir el diagnóstico, confió plenamente en los médicos y en su entorno —especialmente en su esposa Mónica y en los colaboradores colombianos que lo acompañaron— durante el tratamiento. “Cuando supe que tenía la enfermedad, confié en los médicos, en la gente que me ayuda, en los especialistas y gracias a Dios la llevé de la mejor manera. Aparte siempre me dicen la verdad: ‘Mirá, te vamos a dar esta medicación que es nueva. A lo sumo se te puede caer un poco el pelo y después te crece, pero te provoca estos beneficios’, me explicaron. Y dije: ‘Listo, dale’. En un momento se me caía el pelo y parecía que me estaba muriendo y no era así”, recordó. Además, reflexionó sobre la dimensión social que tienen las enfermedades graves y la presión que supone la exposición pública.
A pesar de los obstáculos médicos, Russo continuó su carrera con logros relevantes. Mientras recibía tratamiento, condujo a Millonarios a dos títulos. Tras su salida del club colombiano a fines de 2018, tuvo pasos breves por Alianza Lima de Perú y Cerro Porteño de Paraguay antes de regresar al fútbol argentino.
A fines de 2019, Russo fue la primera elección de Riquelme para Boca al inicio de su gestión en el área de fútbol, durante la presidencia de Jorge Amor Ameal. Ese segundo ciclo finalizó en agosto de 2021, tras haber ganado la Superliga 19/20 y la Copa Maradona.

Poco después se fue a Arabia Saudita para dirigir al Al-Nassr en un breve ciclo. En ese momento habló de su recuperación: “No le tuve miedo a la muerte y nunca pensé en eso. Siempre pensé en que iba a vivir y que me faltaba mucho por hacer todavía. Amo a la gente de Millonarios porque estuvo al lado mío en el momento más difícil de mi vida junto a toda Colombia. Jamás me invadieron en nada. Por ahí en Argentina hacés quimioterapia y te quieren sacar una selfie con el celular; en Colombia hubo un respeto total. No tenía invasión, me protegieron muchísimo y eso me hizo sentir mejor”.
La que sería su última etapa fuera del país fue breve y desembocó en su regreso a un lugar conocido: a fines de 2022 inició su quinto mandato en el banco de Rosario Central, que se extendió hasta agosto de 2024, con una salida sorpresiva.

Después tomó la dirección técnica de San Lorenzo, manteniéndose activo en el fútbol argentino y sudamericano. Se hizo cargo del equipo en octubre de 2024 y logró estabilizarlo en una etapa complicada, aunque a mediados de 2025 decidió rescindir anticipadamente el contrato, que vencía en diciembre de ese año, para aceptar su última etapa en Boca.

Tras su presentación el 2 de junio, inició oficialmente su trabajo en el Mundial de Clubes, donde el equipo de la Ribera tuvo buenas actuaciones frente a Benfica y Bayern Múnich, aunque la participación terminó empañada por la eliminación en la última fecha tras el empate con Auckland City. En esta última etapa acumuló cuatro triunfos, siete empates y cuatro derrotas, en el marco de la racha más larga sin victorias que incluyó también partidos dirigidos por Fernando Gago y Mariano Herrón.
Las complicaciones en su estado de salud se hicieron más visibles a fines de agosto, luego de la victoria 2-0 ante Aldosivi en Mar del Plata. Desde entonces atravesó distintas internaciones, aunque pudo dirigir al equipo en el empate 1-1 ante Central en Rosario del 14 de septiembre y en la igualdad 2-2 con Central Córdoba como local el 21 de septiembre. Su ayudante Claudio Úbeda se puso al frente del equipo el sábado 27 de septiembre en la derrota 2-1 ante Defensa en Varela y también en la goleada 5-0 sobre Newell’s en la Bombonera del último fin de semana, que dejó a Boca como líder de su zona.
“Queremos dedicarle el triunfo a Miguel (Russo) que seguramente nos estuvo mirando por televisión. Toda la semana, todo el cuerpo técnico estamos en permanente contacto con Miguel, estuvimos en su casa y está al tanto de todo lo que venimos haciendo siempre, por más que no esté físicamente, está al tanto de todas las decisiones, por eso empecé dedicándoselo a él, porque lo queremos mucho, queremos que se ponga bien y le deseamos lo mejor”, dijo Úbeda en la conferencia de prensa posterior.
La trayectoria de Russo en el fútbol fue extensa y atravesó distintos éxitos internacionales. Nacido en Lanús en 1956, jugó en Estudiantes de La Plata donde disputó 420 partidos y ganó dos títulos. Como técnico logró ascensos con Lanús y Estudiantes, dirigió en Argentina, España, Chile, México, Colombia, Perú, Paraguay y Arabia Saudita, y obtuvo títulos con clubes como Vélez Sarsfield, Rosario Central y Millonarios. Superó los 1.000 partidos dirigidos y fue reconocido por su trayectoria en múltiples instituciones. Su hijo Ignacio Russo debutó en Rosario Central en 2020 y actualmente juega en Tigre, consolidando el legado familiar.
Con 12 títulos en su carrera y una demostración constante de amor por la profesión y por el fútbol, Miguel quedará en la historia como jugador y entrenador. En su etapa como futbolista defendió los colores de Estudiantes, su único club como jugador. Como técnico tocó el cielo con varios equipos, pero su huella en la historia xeneize y aquella Libertadores permanecen imborrables. Volvió para dirigir el Mundial de Clubes en un lugar que para él se convirtió en su casa tras aquella gesta inolvidable.
