El entrerriano Juan Bauzá forma parte del plantel de Atlético Nacional de Colombia, equipo al que llegó en la segunda parte de la actual temporada. Originario de Gualeguaychú, pasó por el fútbol argentino sin hacer ruido y hoy se ha convertido en una figura clave en el club más laureado de Colombia, tanto a nivel nacional como internacional. “Quería volver a hablar español. Extrañaba llegar temprano a los entrenamientos y tener a alguien con quien tomar mates”, confesó.
Hijo de Marcelo Bauzá, delantero campeón del Nacional 1984 con Ferro y con una extensa trayectoria en Centroamérica, Pepe vive un momento tan feliz como inesperado. “Tengo 29 años, no me imaginaba a esta edad jugando la Copa Libertadores”, expresó en declaraciones a TyC Sports.
Su carrera es la de un trotamundos: ha jugado en ocho equipos de cinco países distintos y ha vivido en tres continentes (América, Europa y Asia). Surgió de las inferiores de Colón de Santa Fe, club al que llegó como extremo a los 14 años desde Central Entrerriano y debutó en 2016 bajo el mando del entrenador uruguayo Paolo Montero.
En el Sabalero, disputó solo cuatro partidos y, tras la llegada de Eduardo Domínguez, quedó relegado. A pesar de ello, mantiene un gran cariño por el club Rojinegro y sigue atento a la delicada situación que atraviesa. “Soy un agradecido, trato de ver siempre los partidos. Es muy feo lo que está pasando en el club, tanto en lo deportivo como en lo institucional”, lamenta.
A mediados de 2017, en busca de más minutos, fue cedido a préstamo a Juventud Unida de su ciudad natal, que competía en la Primera B Nacional (actual Primera Nacional). “Volver a jugar un año en mi ciudad fue algo lindo”, sonríe. Al finalizar el préstamo, Pepe no regresó a Santa Fe, ya que fue cedido a Gimnasia de Mendoza. En su paso por la tierra del vino, disputó 22 partidos, los últimos que jugaría en suelo argentino.
En junio de 2019, el Sabalero lo prestó al Górnik Zabrze de Polonia. “En ese momento no sabía hablar inglés y mis compañeros no se esforzaban por integrarme. No fue un buen paso, pero lo tomé como un aprendizaje”, explica.
En Polonia, jugó solo siete partidos en un año debido a lesiones. Sin embargo, esa racha de mala suerte no duró para siempre: en la pretemporada de 2020 en Chipre, durante un amistoso contra el FK Csikszereda de Rumania, sorprendió al director deportivo y al técnico del club rumano, quienes decidieron adquirir su pase.
En febrero de 2020 inició su experiencia en el fútbol rumano, que se vio interrumpida en su segundo partido debido a la pandemia de Covid-19. “Estaba solo y si me iba, se me vencía la visa y no podía volver”, recuerda. No había señales de que su experiencia en tierras de Gheorghe Hagi pudiera ser positiva, pero la vida siempre ofrece sorpresas. Tras un buen año en el FK Csikszereda, en el que anotó siete goles y brindó dos asistencias en 32 partidos, pasó a Universitatea Craiova, donde su carrera continuó en ascenso.
“En Rumanía me reconvertí. Un técnico me comenzó a poner de 10 o mediapunta, me sentí cómodo y hoy mi posición es esa”, reconoce el atacante. En Craiova jugó 87 partidos en tres temporadas, anotó 17 goles, asistió en 20 ocasiones y llegó a ser capitán del equipo.
Además, compartió equipo con el argentino Gabriel Compagnucci, actual volante de Belgrano de Córdoba, con quien forjó una gran amistad. En junio de 2024, el club descendió a la Segunda División y comenzó a enfrentar serios problemas económicos, lo que obligó a Juan a buscar un nuevo destino junto a su pareja.
El Baniyas SC de Emiratos Árabes fue el mejor postor y allí se trasladó el argentino. En el país asiático, nunca logró adaptarse a las altas temperaturas ni al escaso ambiente futbolístico: “Jugás un partido y hay 300 personas en la cancha, parece un entrenamiento”. Su experiencia no fue satisfactoria desde lo futbolístico, pero sí en lo social, ya que pudo reencontrarse con su familia y, a pesar de las diferencias culturales, vivió muy cómodo.
Con 29 años, al finalizar la temporada en Emiratos, tuvo que buscar un nuevo club porque Universitatea Craiova había descendido por decreto a la Tercera División, debido a los problemas financieros mencionados, y no podían asumir su salario.
El escenario estaba lejos de ser prometedor y su destino parecía ser Grecia, pero recibió una llamada desde Colombia. Gustavo Fermani, exdirector técnico de la Reserva de River y actual director deportivo de Atlético Nacional, se puso en contacto con Pepe y, en una negociación exprés, selló su pase al Verde. “Llegué siendo un desconocido para todos y supe que mi manera de demostrar era con mucha entrega”, agrega.
En el cuadro Verdolaga ya es considerado una pieza clave: jugó 12 de los 17 partidos desde su llegada a Colombia y fue dirigido por dos entrenadores, ya que el argentino Javier Gandolfi renunció poco después de su llegada al país cafetero.
Sigue sorprendiéndose por la calidad de compañeros como Edwin Cardona, David Ospina, Marlos Moreno y Alfredo Morelos, y por la popularidad del club. A la espera de que se defina quién cubrirá el puesto que interinamente ocupa Diego Arias, Pepe sueña, pero con los pies en la tierra. “Soy bastante realista, pienso a corto plazo. Me encantaría que me compren y seguir jugando un tiempo largo aquí”, concluye el argentino.