¿Puede uno de los fines de semana más decepcionantes de la temporada, que apaga las últimas esperanzas de título mundial, transformarse en uno de los días más memorables de una carrera? Hay momentos en los que todo se alinea, y esto requiere que cada elemento encaje a la perfección: desde el piloto hasta el coche, desde la estrategia hasta los eventos en pista. Tal fue el caso de la remontada de Max Verstappen.
Después de una clasificación complicada que terminó con su exclusión en la Q1, ¿cuántos habrían apostado por un podio saliendo desde el pit lane, sobre todo en un fin de semana en el que Red Bull parecía incapaz de encontrar la solución? Sin embargo, lo irónico es que fue esa exclusión en la Q1, resultado de los riesgos asumidos al tomar una curvatura equivocada, la que sentó las bases para la remontada.
Tras la clasificación a sprint del viernes, informamos sobre los múltiples desafíos que ofrecía la pista brasileña para lograr la puesta a punto adecuada. En el caso de Red Bull, esto se tradujo en una falta de agarre y carga aerodinámica, exacerbada por la exasperante búsqueda de las alturas que, si bien había sido clave en el renacer del RB21, resultaba difícil de gestionar en un trazado tan bacheado.
Max Verstappen, Red Bull Racing
Foto de: Lars Baron / LAT Images vía Getty Images
Sin experimentos, no habría podio
Interlagos exige que los equipos eleven el coche, pero se trata de un delicado acto de equilibrio donde cada milímetro es valioso. Red Bull intentó, en un primer momento, una puesta a punto agresiva, lo que resultó en baches y un coche difícil de manejar. Por lo tanto, el sábado optaron por descartar el fondo mexicano y probar una configuración más blanda, lo que empeoró la situación.
Sin embargo, fue a partir de ese experimento fallido cuando Red Bull halló su camino de regreso. Continuar con esa configuración no era una opción, así que decidieron revolucionarlo todo una vez más y tomar un rumbo inexplorado en la penumbra. Una decisión arriesgada que, al final, dio sus frutos, ya que no solo se trató de una cuestión de puesta a punto, sino también de entender cómo maximizar el rendimiento de los neumáticos.
En México, reducir la velocidad durante la carrera ayudó a disminuir la fricción excesiva en las secciones rápidas de la clasificación, que complicaban la conducción del coche. En Brasil, el cambio de setup brindó mayor competitividad tanto en la curva 6/7 como en las secciones lentas, que habían representado un serio desafío para el Red Bull, especialmente en las situaciones de trompo y tracción.
Lando Norris, McLaren, Max Verstappen, Red Bull Racing.
Foto de: Zak Mauger / LAT Images vía Getty Images
Finalmente, en el cuarto intento, que incluyó un cambio de configuración con Yuki Tsunoda como “conejillo de indias” en el sprint, Red Bull halló su camino: “No creo que sea un secreto que nuestra ventana es estrecha y difícil de encontrar debido a un trazado y un conjunto de circunstancias y condiciones. Nos ha costado encontrarla todo el fin de semana”, comentó el TP Laurent Mekies. Sin ese riesgo tras la clasificación, el podio no habría sido posible.
De hecho, como ha sido recurrente durante la temporada, este coche cuenta con una ventana pequeña, pero un potencial altísimo, sobre todo desde que se han esforzado por elevarlo aún más. Sin embargo, no es el único factor que favoreció la remontada de Max: todo tuvo que alinearse perfectamente y, sin alguno de los muchos aspectos que se coordinaron, el tercer puesto no habría sido alcanzable.
El papel de las temperaturas: cambiar la forma de utilizar los neumáticos
Reflexionando sobre los problemas, uno de los principales obstáculos fue la incapacidad del RB21 para extraer agarre de los neumáticos, particularmente en la vuelta seca con el compuesto blando, que tendía a patinar durante el viernes. Esta situación se agravó con los constantes saltos, reduciendo aún más el agarre, aunque las dificultades eran menos marcadas con compuestos más duros.
Max Verstappen, Red Bull Racing, George Russell, Mercedes
Fotos: Andy Hone/ LAT Images vía Getty Images
Sin embargo, con las temperaturas más bajas del domingo, el panorama cambió, como indicó el propio Verstappen en sus entrevistas, reconociendo lo crucial que fue este aspecto. De hecho, hay algo de verdad en que la manera de utilizar los neumáticos también se alteró, tanto que, en esencia, McLaren no dominó en absoluto. Este aspecto jugó a favor de Red Bull.
Desde la alta degradación observada el año anterior, la pista más fría permitió mantener un ritmo considerablemente alto: esto facilitó la generación de temperatura dentro de los neumáticos sin sobrecargar la superficie exterior. Como resultado, fue posible acelerar y reducir el deslizamiento, encontrando un mayor agarre.
Así, se desencadenó un efecto en cadena. Al recuperar el agarre, fue más fácil obtener apoyo en la parte trasera, tanto al entrar a pista como en la fase de tracción. No es casual que los avances más visibles se produjeran en el segundo sector: son aspectos que los rivales ya habían consolidado, pero que un Red Bull con su ventana de utilización demasiado estrecha encontraba complicado explotar.
En ese instante, la degradación térmica que se esperaría con temperaturas más altas no se convirtió en un factor limitante, permitiendo al RB21 recuperar su agarre. No es casual que, en su análisis del sprint, Mario Isola, director de Pirelli Motorsport, sugiriera que la verdadera restricción podría haber sido la degradación pura, incluso la volumétrica, con el neumático desgastándose a medida que perdía volumen.
El papel de las decisiones estratégicas
En esta mágica alineación, también se entrelazaron otros dos factores: el piloto y la estrategia. Max llevó a cabo una actuación sobresaliente, añadiendo otra página memorable a su carrera. La destreza de un piloto, más allá de generar magia en momentos adversos, reside en la habilidad de aprovechar las oportunidades cuando surgen, y en esto, el holandés fue impecable, con un toque de suerte.
La aparición del Coche de Seguridad Virtual le permitió regresar a boxes con un pinchazo, reduciendo así el tiempo perdido por la parada. Fue una oportunidad que transformó radicalmente el curso de su carrera, no solo porque le permitió deshacerse del neumático duro, que resultó ser ineficaz, sino también porque le facilitó adoptar una táctica de dos paradas con ocho vueltas menos que sus competidores.
Es cierto que este margen no es suficiente para revertir completamente una carrera sin el ritmo adecuado que lo respalde. Pero el domingo, tanto el Red Bull como Verstappen contaban con el ritmo necesario para marcar la diferencia, y esa ventaja en neumáticos se convirtió en un valioso aliado en su remontada hacia el podio, ubicando a Max en una posición propicia para presionar y atacar. Porque, en ocasiones, incluso en las hazañas más grandiosas, se requiere un poco de suerte.
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