Andre Agassi expresó que detestó el tenis desde el primer día durante una charla con Andy Roddick para el pódcast Served, grabada poco antes de su participación como comentarista en Roland Garros 2025 para TNT Sports.
En la plática, el ex tenista repasó su trayectoria, las luchas internas a lo largo de su carrera y su opinión sobre las grandes figuras del tenis, retomando un sentimiento que ya había compartido en su autobiografía Open.
Agassi contó que su relación con el tenis fue impuesta por su padre. Desde niño, lo vio como una carga, no como una pasión.
Describió su experiencia en la academia de Nick Bollettieri como caótica, sin supervisión adulta y con una feroz competencia entre los jóvenes. “Quería quemar ese lugar”, recordó, refiriéndose a su resentimiento hacia la institución.

Su motivación inicial no venía del amor al tenis, sino del miedo y la necesidad de escapar de su entorno. “Podés estar motivado por el miedo o por el amor. En mi caso, era el miedo lo que me movía”, le explicó a Roddick, quien fue su rival a comienzos de los 2000 y conductor del pódcast.
En 1997, enfrentó una crisis personal y profesional. Reconoció su consumo de drogas y sus pensamientos autodestructivos: “Trataba de hacerme daño porque no sabía quién era”, confesó.
Fue entonces cuando su entrenador Brad Gilbert le planteó un ultimátum: “O lo dejas, o empezamos de nuevo”. Esta reflexión lo llevó a comprender que, aunque no había elegido su vida, podía tomar control de ella. Ese fue el punto de inflexión que inició su reconciliación con el tenis.

Motivado por su experiencia, fundó una escuela en Las Vegas, dedicado a la educación y al desarrollo de los más jóvenes. “Mi razón era algo mucho más grande que yo”, subrayó, enfatizando que su trabajo filantrópico le permitió encontrar un propósito más allá de la competencia.
La victoria de Agassi en Roland Garros 1999 es central en su relato. Según comentó en la conversación con Roddick, aquel título fue la culminación de un proceso de reconstrucción tras años de altibajos.
Llegó a París con una temporada irregular y una lesión en el hombro. “No esperaba lograr nada en Roland Garros. Era el único Grand Slam que me faltaba y ya había perdido dos finales”, recordó.
Su entrenador lo motivó con una frase que aún recuerda: “¿Cómo vas a ganar el torneo si no lo juegas?”. Así, se presentó en Roland Garros con el objetivo de ganar ritmo competitivo.
En la final, se enfrentó al ucraniano Andrei Medvedev, a quien había aconsejado días antes sobre cómo recuperar la confianza. “Me convertí en su coach personal durante ese lapso”, narró, al contar la paradoja de lidiar con un rival al que había ayudado.

El partido empezó con dos sets perdidos en menos de 50 minutos. “Fue probablemente la única vez en mi vida que estuve muy desconectado emocionalmente en la cancha”, comentó.
Una pausa por lluvia y una motivación de Gilbert lo sacaron de su letargo: “No podés decir que este tipo es demasiado bueno si ni siquiera te estás moviendo”, lo reprendió su entrenador.
Después de ese momento, logró revertir la situación y ganó el único Grand Slam que le faltaba, completando el “Career Golden Slam”.
“Sabía que probablemente no tendría otra oportunidad. No sentía que la mereciera, pero no quería desperdiciarla”, indicó en Served.
A lo largo de la conversación, también analizó a algunas de las figuras más prominentes del tenis, como Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic, Pete Sampras, Jimmy Connors, Boris Becker y Ivan Lendl.

Acerca del suizo, resaltó su habilidad para cambiar la dirección de la pelota en el último instante: “Roger era magia”. Del español, comentó su destreza para transformar la defensa en ataque: “Me hubiera encantado verlo subir más a la red”.
En cuanto al serbio, lo describió como “el mejor defensor de la historia, pero también capaz de ser el mejor atacante cuando lo necesita”.
Sampras, a su vez, fue elogiado por su habilidad para mantener la calma en momentos cruciales: “Pete era el jugador más ‘clutch’ de todos los tiempos”, aseguró.
La conversación también tocó el impacto de la fama en la carrera de Agassi. Recordó cómo, al convertirse en una figura mediática, sintió el peso de las comparaciones con otros tenistas estadounidenses.
“Era como un pelotón: teníamos que ayudarnos a creer que podíamos ganar, pero al mismo tiempo competíamos por ser el número uno”, explicó.

El éxito de compatriotas como Michael Chang, Jim Courier y Pete Sampras le afectó emocionalmente. “La presión era una carga, pero también un motor oculto”, afirmó.
Con el tiempo, aprendió a redefinir su relación con el éxito. “Ganar no era suficiente, siempre había que buscar más. Pero perder también te brindaba otra oportunidad la semana siguiente”, reflexionó. Según relataría en el pódcast Served, esa comprensión llegó con la madurez y la distancia de sus años más intensos.
Actualmente, el ex número uno del ranking ATP sigue vinculado al tenis como comentarista para TNT Sports y capitán de la Laver Cup.
En Served, manifestó su admiración por jóvenes como Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. “Alcaraz me impresiona por su velocidad y su capacidad de mantener un nivel constante en todas las superficies. Sinner, en cambio, parece un algoritmo: cada día es igual de eficiente”, destacó.

También destacó la relevancia de la Laver Cup como un espacio para el aprendizaje y la camaradería entre jugadores de diferentes generaciones.
Al concluir la charla, reiteró su convicción de que el verdadero propósito de su trayectoria va más allá de los trofeos: “Mi objetivo es que los jugadores encuentren una razón más allá de ganar. La esencia está en tener un propósito para lo que haces, algo más grande que uno mismo”.