Falleció Miguel Ángel Russo. Cuesta asimilarlo. Cuesta escribirlo. Aún más, narrarlo. Sin embargo, “se fue en paz”, aseguró Gonzalo Belloso, presidente de Rosario Central, quien hace varios días viajó a la Ciudad de Buenos Aires para acompañar a su amigo Miguelo, a quien había tenido como DT en su etapa de jugador y quien llevó a dirigir en 2023 como presidente. De hecho, relató cómo fueron las últimas horas del legendario entrenador.
En una entrevista en Radio Mitre, Belloso reveló que Russo, “sin lugar a dudas”, eligió dirigir hasta el último día de su vida, sin importar el costo que eso le implicara. Era una persona que, en absoluto, quería morir. “Les puedo decir que Miguel no quería morir, quería vivir muy bien. Siempre estaba pendiente de todo el mundo, de personas de todos los ámbitos. Era muy cercano, tanto a gente influyente como a personas sumamente humildes. Siempre mantenía una actitud alegre y positiva, nunca encontraba problemas: siempre hallaba soluciones”, expresó inicialmente.
“Sin embargo, entiendo que últimamente él sabía algunos datos, información médica que nosotros desconocíamos, o tal vez solo la conocían él y su esposa, Mónica, quien lo acompañó durante 15 años, una rosarina y fanática de Central, que hizo mucho por él. Solo ellos sabían la situación. Miguel era valiente y dijo ‘Boca’, ‘vamos a Boca’, ‘Boca es muy grande’. El abrazo (en el estadio de Central hace unas semanas) seguramente le consumió energías que debería haber reservado para su lucha, pero las derrochó en la cancha. Así mueren los guerreros”, señaló.
Boca Juniors –
Russo fue saludado por todos los jugadores de Central
Y narró lo que sucedió desde su llegada a la Ciudad de Buenos Aires para acompañarlo en esos últimos días: “Sabíamos que estaba mal, así que Carolina (su esposa) y yo vinimos a su casa, nos hospedamos en un hotel para estar a disposición de su señora y de sus hijos. Íbamos durante todo el día a su hogar. Estaba Mario Cordo, un gran amigo de él, periodista que lo acompañó toda su vida. Claro que también hay buenos periodistas, diría Miguel, ja. Estaba su representante, su hijo y otros amigos que iban y venían, incluyendo gente de Boca… La verdad, fue duro verlo en ese desenlace. Dura la pelea. Tuvimos algunos buenos momentos”.
“En el momento final, su esposa necesitaba un padre (religioso) porque ya estaba en el desenlace. Ayer llamamos a la AFA y a través de (Claudio) Tapia y Pipo Marín, en una hora teníamos un cura presente que le dio una bendición. Ese fue el momento final, todos rodeándolo, envueltos en la bendición, con palabras muy lindas de cómo es el paso al cielo. Y de la mano de su esposa. Al finalizar el ‘padre nuestro’, falleció Miguel”, agregó.
“Una experiencia única, increíble y privada; sin embargo, su hija estaba muy emocionada y lo contó en varios lugares. Y entiendo que se fue en paz, rodeado de quienes lo querían. Un tipo sumamente respetado y querido, y supongo que la gente de bien aspira a dejar esta vida así. Él lo cumplió con creces”, indicó.
“Cuando se terminó de rezar el padre nuestro, falleció Miguel”
Belloso profundizó sobre cómo fueron esos últimos días: “Charlamos el primer día que vine, justo después que ellos (Boca) le ganaron a Newell’s. ‘¿Qué baile?’, le comenté. ‘Baile’, me respondió. Aún estaba mal, medio dormido. Le pregunté si había visto que nosotros le habíamos ganado a River y me contestó ‘muy bien’. Eso ocurrió el martes por la mañana. Luego estuvo durmiendo, por la tarde miró un poco de televisión con nosotros. Lo cargábamos todos: estaban los hijos, amigos y justo pasaban el partido de Boca. (Claudio) Úbeda y Juvenal (Rodríguez) siempre estuvieron ahí, entrenaban y regresaban. Era un ambiente familiar y de amigos, y así fue el desenlace. Un momento muy triste, pero sí, puedo afirmar que se fue en paz, muy querido y respetado. Esto no significa que se enseña a poner buenos a todos los muertos: él era realmente una buena persona”.
“Miguel estaba lleno de energía y hacía grandes cosas. Se preocupaba por cómo le iba a Estudiantes, cómo le iba a Lanús, cómo le iba a Boca… Siempre preocupado por la gente que quería. Era una persona llena de vida, que no paraba, que hizo de Rosario su hogar y que fue muy bien tratado allí, viviendo en paz. En Rosario disfrutamos de un ritmo de vida diferente; yo ahora estoy aquí frente al Obelisco, donde hice una parada para quedarme estos días. Y veo cómo es el ritmo de la gente aquí, mientras nosotros vivimos de otra manera. Él aprendió a adaptarse a ese ritmo”, describió.
“Pasaba de bar en bar, rodeado de amigos, con sueños. Tenía una increíble habilidad para tomar café por la mañana con uno, escuchar sus problemas, luego a las 9:30 con otro, y a las 10 con otro más; al mediodía almorzaba con alguien diferente; iba a jugar al golf con uno y después regresaba, iba al club, al río… Andaba en bicicleta siendo entrenador de Central. Contamos con una bicisenda que pasa por la cancha y que se dirige hacia algunos edificios bonitos de la costanera. Él paseaba en bicicleta con una gorra y un par de amigos. Una persona sumamente activa”, narró.
Finalmente, concluyó que lo más valioso de Russo era su generosidad: “Por eso te digo que la impresión que me dejaba era que quería vivir, que disfrutó y exprimió la vida porque realmente deseaba vivir. Nunca en mi vida vi un destello de que quisiera rendirse. Un gigante, con una gran personalidad, coraje y las ganas de estar donde quería estar. Él le debía mucho al fútbol, así como el fútbol le debe a él, nosotros que encontramos en el fútbol una forma de vida, y él siempre lo proclamaba. Era muy generoso. Si tuviera que describirlo en una palabra, sería su generosidad para acompañarnos, abrazarnos y ayudarnos”.