Carson Branstine, la tenista estadounidense convertida en canadiense a los 24 años, llamó la atención del público en Wimbledon tras perder en la primera ronda contra la número 1 del mundo, Aryna Sabalenka, con un marcador de 6‑1, 7‑5. La tenista, con un pasado como modelo y estudios universitarios en ética y derecho, fue apodada por los tabloides británicos como “la debutante más bella de Wimbledon”, según The Sun.
Aunque su paso por el cuadro principal fue breve, Branstine dejó una impresión al ganar en la fase previa a rivales de renombre como la campeona del US Open 2019, Bianca Andreescu, y a la semifinalista de Roland Garros, Loïs Boisson. En su debut en la pista central, dio pelea a Sabalenka, especialmente en el segundo set, donde estuvo cerca de forzar un tie-break.
Originaria de California y criada en el circuito tenístico canadiense, Branstine llegó a Wimbledon como la número 194 en el ranking mundial. Tras su actuación, ascenderá al menos veinte puestos, mejorando su mejor clasificación histórica, según el medio People.
Una de las revelaciones más comentadas fue su confesión de que, apenas en febrero de este año, trabajaba como repartidora para la empresa de delivery, Uber Eats, para cubrir los gastos de su vida como jugadora ITF. “Vi que solo tenía 26 dólares en mi cuenta. Me puse a llorar”, comentó en una entrevista con Tennis Channel. Residía en el sur de California, y el gasto en gasolina le parecía tan pesado como el de los torneos.
El punto de inflexión llegó pocas semanas después, cuando alcanzó su primera final en un torneo WTA 125 en Cancún. Aunque perdió ante la colombiana Emiliana Arango, fue un trampolín que le permitió entrar por primera vez en el cuadro principal de un Grand Slam.

Branstine no es solo una deportista. Se graduó en Texas A&M en 2023, con una carrera en ética, derecho y filosofía, y ayudó a su universidad a ganar el campeonato nacional NCAA en 2024. También trabajó como modelo para Zara y Lululemon, y está representada por la agencia Wilhelmina, lo que le permite financiar su carrera sin el apoyo económico de sus padres, de acuerdo con lo publicado por People.
De joven, alcanzó el top 5 mundial y ganó los dobles del Abierto de Australia y Roland Garros en 2017 junto a Bianca Andreescu. Su avance profesional se vio interrumpido por múltiples cirugías en las caderas y las rodillas, que la mantuvieron fuera del circuito durante cinco años.
En Wimbledon, Branstine logró 7 aces y obligó a su rival, Sabalenka, a esforzarse al máximo, complicándole las cosas en un segundo set muy parejo. Gracias a su participación en el cuadro principal de este Grand Slam, ganó aproximadamente 77.000 €, cantidad significativamente mayor a lo que había embolsado en el último año. Gracias a este torneo, su situación cambió y pudo comenzar a vivir del deporte tras un camino de superación.