El concordiense Tomás Kolln ha crecido con el fútbol como núcleo central de su vida. Desde sus inicios en las divisiones inferiores de Deportivo Armenio hasta su etapa en All Boys, donde firmó su primer contrato profesional y debutó en la Primera División, todo giró en torno a una pasión que parecía interminable. Sin embargo, aunque el juego le proporcionó estructura, valores y formación, también lo confrontó con un desafío más profundo: mantener su identidad.
El Club Salto Grande, bajo la dirección de Luca Marcogiuseppe, fue un espacio clave en su desarrollo, no solo como futbolista, sino como persona en Concordia. Fue allí donde comenzó a comprender que el fútbol se juega no solo con los pies, sino también con el alma.
La presión que apaga la pasión
Durante años, el fútbol fue todo para Tomás. “Soy todo lo que soy por el fútbol”, resume en la entrevista con 3200 el Código del Deporte. El juego le enseñó constancia, resiliencia y superación. Pero, sin darse cuenta, también lo fue alejando de sí mismo. Las presiones, la autoexigencia y la constante obligación de rendir empezaron a apagar ese fuego genuino que lo había impulsado desde su infancia.
En un momento crucial de su carrera, llegó la señal más clara al darse cuenta de que ya no estaba disfrutando del juego. Lo que antes era pasión se transformó en carga. Esa claridad, aunque dolorosa, lo llevó a tomar una decisión valiente: detenerse. Se alejó del profesionalismo y comenzó a escucharse.
Dos años después de esa decisión, Kolln habla desde un lugar diferente. Un lugar más sano, más consciente y más pleno. Durante ese tiempo, atravesó un proceso de sanación y transformación personal que lo reconectó con una nueva versión de sí mismo, con su esencia y con el verdadero motivo detrás de su amor por el fútbol. “Hoy, con 27 años, no descarto volver a jugar. Pero esta vez, desde el disfrute, no desde la exigencia. Que sea lo que tenga que ser”, afirmó.
El nuevo motor
A partir de su propia experiencia, surgió algo más grande: la necesidad de ofrecer a otros deportistas lo que él sintió que le faltó en su camino: herramientas emocionales, estructura interna, hábitos, perspectiva y contención.
Se ha dedicado a proporcionar un acompañamiento integral para sostenerse y crecer en una carrera tan exigente como la del alto rendimiento. “Todo lo que viví tiene sentido cuando puedo acompañar a otros desde un lugar real y honesto. El dolor se transforma en servicio”, aclaró.
Aunque hoy no compite a nivel profesional, sigue entrenando y compartiendo con grupos deportivos. Enfrenta los desafíos propios del deporte, pero ahora con una mirada renovada, aplicando en sí mismo lo que estudió, vivió y enseña. Desde ahí, acompaña a otros con integridad.
En la entrevista, destacó que el fútbol sigue siendo el mismo juego para él, pero lo vive desde otro enfoque: un espacio de autoconocimiento, coherencia y propósito.
Además, juega en la Liga Concordiense para el Club Defensores del Barrio Nebel, un equipo que le abrió sus puertas en el ámbito amateur. Actualmente, forma parte de un proyecto liderado por Gustavo Bou, que lo motiva, entusiasma y le brinda mucho por construir. “Tiene muchísimo potencial y me permite seguir creciendo”, expresó.
Por lo tanto, el recorrido de Tomás Kolln no es solo el de un jugador que dejó de jugar profesionalmente, sino la historia de una persona que decidió mirarse hacia adentro, priorizar su bienestar y edificar, desde ese lugar, un nuevo propósito. Su enfoque está en seguir creciendo, aprendiendo y, sobre todo, ayudando a otros deportistas a mantenerse en el camino sin perderse a sí mismos.





