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El legado eterno de Jonathan Edwards: 30 años del récord mundial en triple salto que sigue intacto

El 7 de agosto de 1995, el atleta británico combinó fe, estrategia y destreza en un momento irrepetible, quedándose con la marca más longeva del triple salto mundial

8 de agosto de 2025
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Jonathan Edwards estableció el récord mundial de triple salto con 18,29 metros en 1995, una marca que sigue vigente tras 30 años

El 7 de agosto de 1995, el estadio Ullevi en Gotemburgo, Suecia, fue testigo de un momento que transformó el atletismo para siempre. Durante el Campeonato Mundial de Atletismo, Jonathan Edwards, representante de Gran Bretaña, desafiaba los límites de la disciplina al alcanzar un salto de 18,29 metros en la prueba de triple salto masculino. Este hito no solo le otorgó la medalla de oro, sino que también lo consagró como protagonista de una de las gestas más impresionantes y duraderas en la historia del deporte mundial.

El transcurso de la prueba fue vertiginoso. En su primer intento, Edwards rompió la barrera simbólica de los 18 metros, convirtiéndose en el primer atleta masculino en lograrlo durante una competencia oficial. La proeza no terminó allí; en su segundo salto, amplió su propio récord, aterrizando a 18,29 metros, estableciendo una distancia que ningún competidor pudo alcanzar. Su principal rival, Brian Wellman de Bermudas, quedó relegado a más de medio metro por detrás, un margen sin precedentes en una final de esta magnitud.

La superioridad de Edwards quedó demostrada con su tercer intento de 17,49 metros, que aunque fue inferior a los dos anteriores, fue suficiente para sellar su dominio y asegurar la medalla dorada.

El impacto inmediato del récord y la reacción del atleta

La magnitud de la marca alcanzada por Edwards se evidenció en la respuesta tanto del público como del propio protagonista, quien prontamente mostró su sorpresa y satisfacción al ver el resultado en la pantalla gigante del estadio. “Pensé que fácilmente podría no ganar”, recordó en declaraciones recogidas por CNN. Y añadió: “Tenía la posibilidad de no ganar, y eso sería un desastre, a pesar de haber saltado tan bien durante todo el año”.

En las entrevistas posteriores, expresó su alegría por haber logrado algo que ningún hombre había conseguido antes: superar y mejorar la marca histórica del triple salto. Lejos de considerarse una figura poderosa dentro del atletismo, subrayó sus características físicas poco convencionales —piernas delgadas y escasa masa muscular— como factores que hacían aún más sorprendente su éxito. Para él, convertirse en el mejor del mundo fue una experiencia excepcional, tanto a nivel deportivo como personal.

Además, el récord redefinió la competencia en Gotemburgo: después de los dos saltos acertados por Edwards, la lucha por el oro quedó prácticamente decidida, enfocando la atención global en la magnitud de la marca en sí.

El récord de Edwards solo

La resistencia del récord a lo largo de tres décadas: datos y comparaciones históricas

Desde 1995, ningún otro atleta ha conseguido superar el registro de 18,29 metros, lo que confiere al salto de Edwards un estatus especial dentro del atletismo de élite. En tres décadas, esta marca se ha convertido en un referente histórico y, según especialistas citados por CNN, simboliza uno de los récords más sólidos de la era moderna.

En términos comparativos, solo dos récords masculinos en pruebas de campo han mostrado una vigencia similar o mayor: el de Mike Powell en salto de longitud (8,95 metros alcanzados en 1991) y el de Javier Sotomayor en salto de altura (2,45 metros logrados en 1993).

La fe cristiana y el

Factores técnicos y evolución del triple salto que explican la longevidad del récord

El propio Edwards atribuye su éxito a una combinación singular de velocidad y ligereza, inusual en un deporte que, con el tiempo, ha comenzado a priorizar la potencia muscular por encima de las cualidades aerodinámicas y la velocidad de carrera.

Mientras que la mayoría de los competidores recientes presentan una complexión más robusta, Edwards destaca que su método se asemejaba a un “rebote” más que a un salto tradicional, lo que le permitió mantener una velocidad máxima durante las distintas fases del salto, un logro que pocos han conseguido replicar. En su opinión, el predominio actual de saltadores más potentes física y muscularmente ha hecho que la técnica rápida y fluida que él supo utilizar sea menos frecuente y, en la práctica, casi inalcanzable.

Edwards junto al ruso Denis

Las particularidades que aportaron a su logro

Edwards se destacó no solo por su rendimiento deportivo, sino también por la singularidad de su trayectoria personal y motivacional. Su impulso inicial hacia el deporte profesional estuvo más arraigado en convicciones personales que en ambiciones meramente deportivas. La fe cristiana jugó un papel crucial durante sus primeros años, otorgándole sentido a su carrera y capacitándolo para enfrentar la presión de la alta competencia desde una dimensión espiritual.

El entorno familiar, especialmente su padre —vicario de la Iglesia de Inglaterra—, lo incentivó a identificar y maximizar el talento que poseía, bajo una ética de responsabilidad y aprovechamiento de sus dones personales. Esta actitud cultivó una notable resiliencia, permitiéndole sobrellevar la exigencia de una disciplina tan compleja como el triple salto.

Uno de sus momentos más memorables fuera de la pista ocurrió en Lille, Francia, en 1995, donde realizó un salto no oficial de 18,43 metros que, aunque superaba su propio récord, fue invalidado por las condiciones de viento. Esta experiencia, más allá de la validación oficial, representó el ápice técnico de su carrera y dejó en claro que alcanzar la perfección en esta disciplina depende de múltiples elementos que rara vez coinciden.

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