El pádel se expandió en más de 110 países en los últimos cinco años

El pádel, un deporte de raqueta que fusiona elementos del tenis y el squash, ha evolucionado de una práctica local a un fenómeno global con millones de aficionados y espectadores. Su crecimiento sostenido lo ha establecido como una disciplina con un circuito profesional, figuras mediáticas y torneos en sedes internacionales, aunque aún persiste el objetivo pendiente de integrarse al programa olímpico.

En las últimas décadas, esta expansión ha sido relativamente rápida. España lidera el desarrollo con más de 17,000 pistas, seguida por Italia con alrededor de 9,700 instalaciones y Argentina con cerca de 7,000. Datos de Premier Pádel indican que en cinco años se triplicó el número de países donde se juega, superando las 110 naciones. Europa concentra casi el 60% de los jugadores; Francia y Países Bajos han visto importantes crecimientos, y Reino Unido y Alemania suman en conjunto unas 800 instalaciones.

El avance no se ha limitado al Viejo Continente, ya que América Latina ha mostrado un desarrollo sólido. Además de la vasta red en Argentina, Brasil, Chile y Paraguay, comunidades activas han surgido en Perú, Colombia y Costa Rica. África y Asia también contribuyen con nuevos focos de interés. Este alcance global se ha convertido en el principal argumento para buscar un lugar en los Juegos Olímpicos.

Luigi Carraro, presidente de la Federación Internacional de Pádel (FIP), afirmó que la disciplina reúne atributos valorados por el Comité Olímpico Internacional (COI): carácter mixto, accesibilidad, espectáculo y atractivo televisivo. Desde 2019, la FIP ha impulsado una campaña internacional con apoyos estratégicos, incluyendo alianzas con Premier Pádel, gestionado por Qatar Sports Investments, que ha organizado torneos en sedes icónicas como Roma, París y Doha. El Campeonato Mundial de Pádel, celebrado cada dos años, se ha consolidado como un escaparate de competitividad y diversidad geográfica del deporte.

Sin embargo, el camino hacia el estatus olímpico enfrenta exigencias concretas. El COI solicita que el deporte se practique en al menos 75 países y en cuatro continentes para la categoría masculina, y en 40 países y tres continentes para la femenina. Según los últimos datos, la FIP cuenta con 87 federaciones afiliadas, lo que representa un avance significativo, aunque insuficiente para cumplir plenamente con esos requisitos. Además, es esencial que la federación internacional obtenga reconocimiento formal por parte del COI y demuestre una gobernanza unificada y transparente capaz de organizar competiciones de alto nivel.

La fragmentación institucional ha sido un obstáculo persistente; por lo tanto, la fusión en 2024 de los dos principales circuitos, World Padel Tour y Premier Pádel, representa un paso clave para reducir la dispersión y presentar una estructura profesional más cohesiva. A pesar de esto, el pádel aún no ha alcanzado el reconocimiento olímpico completo y debe seguir articulando instituciones y calendarios para ofrecer una candidatura sólida.

Otro desafío es la infraestructura. Aunque las pistas ocupan menos espacio que las de tenis, requieren estructuras específicas de cristal y vallado, lo que incrementa los costos de montaje. Existen ejemplos exitosos de instalaciones temporales en lugares urbanos, como la Plaza Mayor de Valladolid o la pista en Roland Garros, pero escalar esos montajes para los Juegos presenta retos logísticos y financieros. Además, el COI evalúa la sostenibilidad de cada disciplina, por lo que cualquier propuesta debe demostrar criterios de reducción de huella y eficiencia de recursos.

En términos de espectáculo y audiencia, el pádel ofrece ventajas claras, gracias a su ritmo ágil, puntos de alto impacto y la facilidad para que el público siga la acción, características que lo hacen atractivo para la televisión y las plataformas digitales. Esta capacidad para generar audiencias es un argumento económico relevante para su viabilidad olímpica. Sin embargo, convencer al COI no depende solo del interés del público, sino de demostrar que su incorporación no generará complicaciones operativas ni desequilibrios en el programa de los Juegos.

La estrategia de la FIP se ha centrado en aprovechar oportunidades regionales. Aunque el pádel no fue candidato formal para Los Ángeles 2028 ni para Brisbane 2032, la federación ha orientado sus esfuerzos hacia esta última cita, dado que Australia ha mostrado señales de expansión en la práctica del deporte. Presentar el pádel como disciplina de demostración en un gran evento multideportivo ha sido históricamente un camino eficaz para la inclusión definitiva de otras disciplinas; su presencia en los Juegos Europeos de Cracovia 2023 se consideró un hito con potencial para abrir puertas a nuevas competencias.

En este contexto, el calendario exige rapidez, ya que el COI requiere que cualquier deporte aspirante sea aprobado al menos siete años antes de los Juegos objetivos, lo que coloca a 2025 como un plazo crítico para una candidatura con vistas a 2032. Si no se cumple, la espera se prolongará y la federación deberá redoblar esfuerzos para expandir su práctica en regiones donde aún es incipiente, como partes de África, Norteamérica y ciertas áreas de Asia.

Más allá de cifras, el pádel deberá sostener valores afines al olimpismo: igualdad, inclusión, respeto y excelencia deportiva. La práctica amateur muestra un aumento en la presencia femenina —aproximadamente un 40% de las licencias en algunos registros—, y el circuito profesional también tiende a equilibrar su oferta. El reto será convertir estos datos en una propuesta convincente, con una imagen internacional unificada y un plan de desarrollo sostenible que el COI pueda respaldar.

En Argentina, el pádel vive un verdadero renacimiento. Tras el furor que experimentó en la década de 1990, cuando las canchas surgían en cada rincón del país y las paletas formaban parte de la vida social, el deporte sufrió un prolongado declive que llevó a muchos clubes a reconvertir sus espacios. Sin embargo, tres décadas más tarde, ha vuelto a escena con renovada fuerza, potenciado por modernos complejos, torneos de alto nivel, transmisiones en streaming y la llegada de figuras internacionales que cautivan a miles de fanáticos.

A diferencia de aquella primera etapa, el pádel actual presenta notables mejoras. Las canchas han evolucionado, ahora lucen césped sintético especial y paredes de vidrio que permiten seguir cada jugada desde fuera. Las paletas de madera han sido reemplazadas por modelos de fibra de vidrio o carbono que ofrecen mayor control y potencia. Pese a estos avances tecnológicos, la esencia del deporte se mantiene intacta: las reservas de turnos se agotan rápidamente y cada vez más personas se anotan en clases para perfeccionar su técnica.

El mercado ha respondido de manera rápida y contundente. En grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Rosario, varios clubes de tenis han transformado parte de sus instalaciones, mientras que han surgido nuevos complejos dedicados exclusivamente al pádel. Aunque algunos de estos espacios han existido desde los años noventa, la mayoría son fruto del reciente crecimiento del deporte. Gracias a esta expansión, se han podido organizar torneos de primer nivel, entre los que destaca el circuito Premier Pádel, que este año se desarrolló por primera vez en el estadio Mary Terán de Weiss en Villa Soldati, tras haberse realizado en Mendoza en ocasiones anteriores.

La visibilidad mediática ha sido otro pilar clave en esta expansión. Eventos como Stars Padel en 2022, transmitido por Twitch y protagonizado por streamers argentinos como Coscu, Cocker, Martu Boden y Santutu, lograron conectar el deporte con el público joven. Incluso el exfutbolista Sergio “Kun” Agüero se sumó con su equipo KRÜ Padel, que en la Hexagon Cup 2025 se consagró campeón frente a la Rafa Nadal Academy, generando repercusión internacional.

En el plano profesional, Argentina se enorgullece de contar con talentos que brillan en el circuito global. Agustín Tapia, apodado “El Mozart de Catamarca”, forma junto al español Arturo Coello la dupla número uno del mundo, según la Federación Internacional de Pádel. Federico Chingotto, con Alejandro Galán, ocupa el segundo puesto, mientras que Franco Stupaczuk se posiciona quinto junto a Juan Lebrón. En la rama femenina, Delfina Brea (4°), Claudia Jensen (13°) y Aranzazu Osoro (14°) son referentes que inspiran a nuevas generaciones de jugadoras.

Las cifras respaldan el fenómeno: de acuerdo a la Asociación Argentina de Pádel, en los últimos tres años la cantidad de canchas ha crecido más del 30% y se estima que más de tres millones de argentinos practican este deporte. Su éxito radica en su accesibilidad, ya que no requiere ser atleta profesional para disfrutarlo y se adapta a todas las edades. Para los jóvenes, representa una alternativa divertida y social; para los adultos, una opción de menor exigencia física en comparación con otros deportes.

En 2025, los costos dependen de la zona y la calidad de las canchas. ATC Sports señala que en la Ciudad de Buenos Aires, la tarifa por hora va de $10,000 hasta $60,000, mientras que en el conurbano el precio inicial es de $8,500. Alquilar una paleta cuesta entre $2,000 y $5,000, y un tubo de pelotas se consigue por valores que oscilan entre $14,000 y $16,000.

Así, el pádel en Argentina ha dejado de ser un recuerdo nostálgico de los años 90 para consolidarse como un fenómeno cultural y deportivo de alcance masivo. Con infraestructura moderna, figuras de renombre, torneos internacionales y el respaldo de una comunidad apasionada, todo apunta a que esta vez su crecimiento no será pasajero, sino el comienzo de una nueva era dorada.