El fútbol tiene la mirada del mundo centrada en Estados Unidos, que acoge el primer Mundial de Clubes, que representa la globalidad de este disciplina, que enfrenta a contrincantes de todas partes del mundo en partidos sin precedentes. Este evento coincide con el final de otro torneo menor, en un lugar donde se mezclan diversas nacionalidades en un espacio reducido, y que resulta inesperado para este tipo de competencia. Hablamos del Vaticano, el país más pequeño del mundo, tanto en área como en población, que a su vez alberga una liga muy competitiva.
Campionato della Città del Vaticano es el nombre de esta liga, creada en 1972, que se juega en formato amateur. Uno de sus aspectos más interesantes es la denominación y la composición de los ocho equipos, compuestos por empleados de diferentes departamentos de la Santa Sede, cada uno con su distintivo y uniforme. Por otro lado, uno de ellos es Telepost, conformado por el personal del servicio postal, y otro lo representa el Museos Vaticanos.

En esta temporada 2024-2025, el campeón ha sido nada menos que un doble campeón, ya que además del Calcio, se llevó también la Copa Clericus, que reúne a los mismos equipos pero en un formato de eliminación hasta la final. En el último partido jugaron Farmacia, que no requiere explicación, y se coronó, con un resultado de 4 a 1 a favor de Archivo Calcio. Este equipo se asemeja al FC Barcelona en sus colores, con un uniforme rayado azul y grana y pantalones azules.
Así, quienes gestionan uno de los fondos históricos más importantes y antiguos del mundo, que alberga millones de documentos que datan de más de doce siglos, incluidos correspondencia papal, actas oficiales y tratados diplomáticos, se ponen las botas al finalizar su jornada laboral y defienden sus colores ante quienes buscan arrebatarles la gloria. Otro de los equipos es Santos Pedro y Pablo, que representa a la Guardia Suiza.

En esta ocasión, el farolillo rojo ha sido el Coro de la Capilla Sixtina, que terminó en la octava posición. Esto les presenta un desafío, que comparten con los demás equipos, ya que no pueden reforzarse durante el verano a menos que ingresen nuevos integrantes. Está prohibido fichar o robar talento a los demás, y menos aún fuera de los límites de la ciudad. Afortunadamente, la naturaleza del torneo les permite continuar en la categoría máxima, sin riesgo de descenso.
Una particularidad es que el Vaticano no cuenta con un estadio propio, por lo que deben buscar campos cercanos en Roma. El principal es el Pio XI o Campo Cardinale Spellman, ubicado en el barrio Aurelio, muy cerca de la Santa Sede. Más allá de las copas y los trofeos físicos, no hay compensaciones monetarias ni participación en torneos internacionales. El verdadero premio es ser parte de una actividad de integración y esparcimiento entre el personal que trabaja día a día en la sede de la iglesia católica.
Con una excepción: los jugadores destacados pueden ser convocados para la selección nacional de la Ciudad del Vaticano, aunque solo para partidos amistosos poco comunes. En el Vaticano, fútbol y religión no están separados, y el reciente papa, Francisco, es hincha de San Lorenzo. En cambio, León XIV, también aficionado, es seguidor de la Roma.