“Estas cosas no nos pueden pasar. En series tan cerradas, muchas veces la diferencia está en la concentración: cuando baja el nivel de atención, se te va de las manos”. La afirmación de Marcelo Gallardo tras la eliminación de River a manos de Palmeiras fue incisiva, pero también un mensaje interno. Un mensaje que, sin duda, el técnico habrá expuesto con mayor intensidad en el vestuario.
La respuesta de su equipo en la cancha, en el tristemente célebre 1-2 ante Deportivo Riestra, fue la peor posible. Las desatenciones, la falta de concentración y la serenidad ante un rival cuyo presupuesto de fútbol anual equivale al de un par de semanas del que maneja el CARP ponen de manifiesto que el Muñeco o no logra llegar a sus jugadores o que la situación desborda a varios de ellos, así como el peso de la camiseta.
El pase impreciso y fallido de Martínez Quarta a Armani que culminó en un córner, una situación de juego que -se sabía- para Riestra vale casi su peso en oro. La mala marca en zona dejó a Borja desmarcado y Alonso anticipó a MQ con su cabezazo. La reacción pasiva de Bustos al retroceder y perder la espalda con Ramírez, en lugar de atacar la pelota y despejarla. Distracciones que costaron dos goles al Malevo.
Es cierto que dentro del campo son los futbolistas quienes toman las decisiones, pero la falta de atención del equipo también refleja, en algunos momentos, lo que transmite MG en esta etapa del semestre que, por primera vez en 15 años, acumula cuatro derrotas consecutivas: como en aquel primer tiempo aterrador contra Palmeiras, el técnico no tuvo tiempo de reacción cuando River, dentro del campo, clamaba por cambios.
Y en este caso particular, además, falló en la lectura: no solo sustituyó al único de los once con poder de fuego (Galoppo), sino que la estrategia, desde el principio hasta el final, chocó contra una pared, con decenas de centros que alimentaron a una defensa de Riestra que se distingue por su cuidado y trabajo en el juego aéreo.
Por otra parte, en términos de concentración, un dato resulta ilustrativo: al final de los 90 minutos, River tuvo 15 tiros de esquina y su rival, tan solo uno. La pelota parada es probablemente la jugada que más desnuda en un partido de fútbol los niveles de atención de los equipos, y en ese sentido lo del CARP es revelador desde hace tiempo, con goles en contra demasiado fáciles a balón detenido contra Libertad, Palmeiras, Estudiantes, ATU y ahora Deportivo Riestra.
El jueves, en Rosario, River se medirá ante un Racing que también es muy fuerte en ese aspecto (y que el año pasado le venció con un gol de córner, utilizando la misma fórmula del 1-0 que River le hizo a Palmeiras el miércoles: centro de Juanfer al primer palo y cabezazo anticipado de Salas). El panorama no es alentador: si persiste la falta de concentración, al CARP le pueden faltar muchas cosas más a corto plazo.