Swansea, un puerto galés junto al Atlántico, no solo es reconocido por su equipo de fútbol, el Swansea City, ni por sus fervientes seguidores, apodados “The Jacks Army”. Según el sitio web del equipo, el apodo de sus aficionados surgió como un tributo a un perro: un héroe de cuatro patas que salvó vidas sin esperar nada a cambio. Su nombre era Jack, aunque todos lo recuerdan como Swansea Jack.
Con su pelaje negro y mirada decidida, Jack no era un perro común. Amaba el agua y poseía un instinto especial para detectar el peligro. Vivía a la orilla del río Tawe con su dueño, William Thomas, y cada vez que alguien estaba en apuros, se lanzaba al rescate sin dudar.
Con el tiempo, su relato trascendió lo local y se convirtió en un símbolo nacional; lo que comenzó como un acto de valentía espontáneo, lo popularizó.

Jack llegó a Swansea siendo un cachorrito y rápidamente demostró que no era un perro cualquiera. Aunque en aquel momento se le catalogó como terranova, su tamaño menor sugiere que era más parecido a un retriever moderno. Lo cierto es que poseía una habilidad excepcional: rescataba personas del agua como si tuviera un don innato para ello.
Su primer acto heroico tuvo lugar en junio de 1931, cuando salvó a un niño de 12 años que se estaba ahogando en el río Tawe. Semanas después, frente a una multitud en el muelle, volvió a lanzarse al agua para salvar a un nadador en problemas. Esta vez no pasó desapercibido: su proeza fue reportada por la prensa local y rápidamente llegó a los medios nacionales, haciendo que su historia quedara grabada en la memoria colectiva.
Desde entonces, el perro fue galardonado con reconocimientos y medallas. El diario The Star de Londres lo nombró “El perro más valiente del año” y el alcalde de la ciudad le otorgó una copa de plata. También recibió dos medallas de bronce de la Liga Nacional de Defensa Canina, siendo el único perro en la historia que consiguió ese doble honor. Su fama no fue exageración, dado que a lo largo de su vida se le atribuyen entre 27 y 29 rescates de personas que cayeron a las frías aguas del muelle.

El 2 de octubre de 1937, Swansea Jack falleció tras ingerir veneno para ratas. Nunca se supo con certeza si fue un accidente o un acto deliberado. Su muerte conmocionó a toda Gran Bretaña. Los diarios dieron cobertura a la noticia y amplificaron su hazaña: mientras algunos afirmaban que salvó 27 vidas, otros hablaban de 29.
Inicialmente fue enterrado en el jardín de su dueño, pero la gente no quería que su héroe quedara en el olvido. Por eso, gracias a la iniciativa popular, sus restos fueron trasladados al paseo marítimo de Swansea, donde se erige un monumento en su honor, muy cerca del estadio de rugby St. Helen’s.
En la base de la estatua se puede leer un conmovedor epitafio que resume lo que Jack significó para su comunidad: “Nunca habrá un amigo más leal de la humanidad que tú, que a menudo arriesgaste tu vida para salvar a un alma humana de la muerte”. En el año 2000, más de seis décadas después de su partida, fue reconocido como “Perro del Siglo” por una organización británica dedicada al entrenamiento de perros de rescate.