Julián Álvarez es el crecimiento que no para

Hay momentos para poner la pelota contra el piso. La fecha del fútbol argentino trajo consigo las derrotas de Boca y River, así como el triunfo de San Lorenzo, la Premier donde Enzo Fernández brilla con goles en el Chelsea, Messi en la MLS, el Calcio con Lautaro anotando, el debut del Sub 20, el empate en el clásico de Avellaneda, y en esta interminable enumeración de cada fin de semana, un nombre volvió a destacarse por encima del resto.

Un jugador que, en un mundo normal y lógico, podría ser considerado sin dudar el mejor argentino del planeta en la actualidad. Sin embargo, Lionel Messi sigue gambeteando al calendario y se mantiene en un pedestal del que solo él puede descender. De todos modos, esto no trata de competir entre ellos, sino de encontrar una manera diferente de valorar aún más el nivel de Julián Álvarez. ¿O a quién más podrían imaginar?

Julián Alvarez, figura en el clásico.Julián Alvarez, figura en el clásico.

Gallardo, Scaloni, Guardiola, Simeone. No importa el estilo de los prestigiosos entrenadores que lo han dirigido; lo relevante es que ha demostrado ser una esponja de cada concepto. Lo que lo distingue del resto, hoy por hoy, es su constante progreso. Con River, con la Selección, con el Manchester City y el Atlético de Madrid hemos sido testigos de (y seguimos viéndolo) versiones mejoradas de sí mismo. Se empeña en sumar “clásicos” a su juego, y así, al inicio donde su presión alta era distintiva, ahora también asume el rol de conductor en ciertos momentos. Además, se ha adaptado a jugar como un 9 de área o en soledad, ha incorporado los tiros libres a su repertorio y así, su evolución como jugador integral no se detiene.

Se haya enojado o no (él lo negó) por los recurrentes reemplazos de Simeone, ha salido de esas situaciones anotando en momentos cruciales. Para ganar partidos, para ganar clásicos. Su peso específico, tanto en el Atlético como en la Selección, crece partido a partido. Hoy su presencia es realmente determinante: enfocado en el juego, alejado de gestos ostentosos y de cualquier exageración. Feliz por su futura paternidad y manteniendo el mismo perfil que lo llevó a la Primera, a la Selección, a la Premier y a LaLiga. Un ejemplo de que la mejora constante es posible.