Juan María Traverso, tras cumplir con la clasificación para la carrera de Turismo Carretera en el Autódromo Hermanos Emiliozzi de Olavarría, había mostrado su entusiasmo a bordo de su Torino y manifestó que había llegado a un acuerdo con sus sponsors hasta finales de 2006. Sin embargo, todo dio un giro inesperado el domingo por la mañana. Al llegar al autódromo bonaerense y ponerse el buzo antiflama, decidió poner fin a su carrera. El último gran ídolo del automovilismo argentino optó por colgar el casco tras 35 temporadas en las que cosechó 16 títulos nacionales, convirtiéndose en el piloto más laureado en la pista de nuestro país. El Flaco dejó a todos sorprendidos y el lunes 8 de agosto de 2005, emocionado, comunicó que no volvería a correr en autos. Fue el cierre de una era.
Con 54 años, el oriundo de Ramallo había demostrado ser competitivo en las últimas temporadas junto a su Toro, respaldado por el equipo de Alejandro Urtubey. Durante 2004, logró vencer en dos ocasiones, en Salta y Olavarría. También tuvo encontronazos con Marcos Di Palma y Gabriel Ponce de León, especialmente después de un choque en Río Cuarto que dejó una de las puteadas más memorables en la historia del automovilismo argentino. En 2005, comenzaron a surgir rumores sobre su posible retiro. Fue en esa décima en la tierra de los recordados Gringos Emiliozzi donde el Flaco optó por no correr la serie. Dialogó con su círculo más cercano y se quitó el buzo. Al subir a su Jaguar para dirigirse a su hogar en Buenos Aires, fue abordado por los periodistas. Cuando le preguntaron si se despertó sin ganas de correr, respondió “Sí”. Aclaró que “el auto pasó la verificación técnica y estaba en condiciones de participar”, y desmintió cualquier tipo de conflicto. Su amigo, Edgardo Lavari, comentó en Campeones que “hay algo en su cabeza que le lleva a no querer correr”.
Infobae contactó a Miguel Ángel Guerra, ex piloto argentino de Fórmula 1 y múltiple campeón en monopostos y del TC 2000. El porteño, amigo de Traverso, estuvo presente ese día en Olavarría. “Particpé de eso porque era el director deportivo de su equipo. Cuando amaneció en Olavarría, el box estaba cerrado y no sabíamos qué había pasado. Fui a la grilla y al ver el lugar vacío, la carrera estaba a punto de comenzar. Me acerqué a su casilla y hablamos muy poco ese día. El lunes nos encontramos en Don Torcuato, en el taller de Urtubey. Se realizó una reunión en la que participó también Oscar Aventín (en ese momento presidente de la Asociación Corredores Turismo Carretera). Ese día, al finalizar la reunión, Traverso dio una conferencia de prensa en la que anunció que dejaba de correr, de forma rotunda.”

Respecto a las razones que llevaron al Flaco a tomar esa decisión, Guerra comenta que “es como si se hubiera cansado de un momento a otro o ya lo venía meditando. Creo que fue algo personal que él había estado reflexionando, algo que solamente él sabía por su forma de ser. Sin duda, lo analizó a fondo y, evidentemente, ese fue el momento en que decidió ‘basta’”.
A las 17:00 horas de ese lunes 8 de agosto de 2005, Traverso se sentó junto al Puma Aventín y Urtubey. Con el corazón abierto, les dirigió la palabra a los medios presentes. Fue espontáneo y genuino, como siempre. A medida que fluyeron sus palabras, se fue emocionando, y sus ojos lo delataron. Al final, estuvo a punto de quebrarse. “No hay ningún tipo de problemas con personas o categorías”, aclaró. “Si bien me rondaba una idea, yo mismo la negaba y seguía adelante. De hecho, hice acuerdos con las empresas patrocinadoras hasta fin del año siguiente. Esto evidencia que estaba convencido de que podía continuar, de que tenía la fuerza de siempre”, explicó.
Sin embargo, el día de la carrera todo cambió. “El domingo ocurrió lo que sabía que algún día podría suceder, lo que había observé en otros pilotos: yo dejaría de correr el día que perdiera la motivación para estar en el auto. Nunca supe con anterioridad cuándo esto podría suceder. He visto a corredores dirigirse al auto con su buzo y en cinco minutos decir ‘hasta aquí llegué’. Siempre creí que esa sería mi experiencia, y sucedió el domingo”, confesó.

También relató cómo transcurrió esa mañana en Olavarría: “Llegué temprano al autódromo. Me acosté una hora. Me desperté a las 8:15, a las 8:30 me puse el buzo, y allí dije ‘hasta aquí llegué’. Me volví a poner la ropa. Estaba Toto Echegaray tomando mate y le comenté: ‘no corro más’. Me preguntó si estaba enojado por algo y le contesté ‘no, ya está’. Y él me dijo ‘te felicito, me parece genial’. Y siguió tomando mate. Así de natural. Después fui a ver a Alejandro (Urtubey) y todo bien. No fue resultado de un desgaste o un problema; simplemente hice un balance en diez segundos de 35 años sobre los autos y decidí ‘basta, ya está’.”
Les agradeció a los presentes y a quienes lo acompañaron, incluyendo al propio Guerra. “Tuve diferencias con Alejandro, con Oscar (Aventín) y con Guerra. Con Ángel hicimos cuatro proyectos juntos y nos peleamos 40 veces y seguimos. Ahora están aquí como amigos míos, como personas que participaron en épocas largas, espectaculares a mi lado, compitiendo y conduciendo el automovilismo posteriormente. Hoy me pongo a disposición de los dos para seguir trabajando en el automovilismo”.
“Me bajé del auto de carrera totalmente tranquilo, convencido de que ya no tengo ganas de manejar más. Podrá sonar extraño, pero la realidad es que me saqué las ganas hasta el final. Corrí dos vueltas en una serie en Balcarce, dando todo, manejando como lo hacía hace 30 años. Salí a clasificar el sábado con la ilusión de estar adelante, pero una goma me traicionó ligeramente y terminé décimo. Entiendo que la disposición para estar al volante es de esa manera. Y el domingo, al despertarme, dije ‘no puedo hacer más esto’. Cumplir con mi equipo, con el público, era defraudarlos al no manejar como sé que puedo hacerlo. La mejor manera de no defraudar a nadie era decir ‘hasta aquí llegué’. Hice todo lo que pude. Di lo mejor de mí. Cometí errores, pero cumplí una etapa en las carreras y la agoté, la exprimí por completo. Estoy agradecido con el automovilismo, porque me dio cien veces más de lo que yo le aporté.”
En diciembre de 2018, en una entrevista con Infobae, Traverso, sentado en el parque de su “galpón” en Ramallo donde construyó su museo, reconoció que no le quedó nada pendiente en el automovilismo. “Cuando corría daba todo y, al llegar al cartel de la última vuelta, comenzaba a putear. Hoy, un piloto no disfruta estar en el auto y espera que la carrera termine lo más pronto posible. Tal vez corrí de más, porque en los últimos dos años sufrí un poco al saber que ya no me quedaba mucho por delante. Continué un poco más de la cuenta para confirmar que ya no tenía nada más para ofrecer”. Y cuando se le preguntó qué siente al ser considerado uno de los mejores pilotos argentinos de la historia, respondió: “está bien, soy consciente de ello porque la gente me lo demuestra. Lo disfruto y lo comparto con este lugar. Pero nunca me aproveché de nada. Tampoco me consideré superior a algún colega, porque eso es un grave error”.
Pero, ¿cómo se prepara un piloto para el retiro y cómo enfrenta ese proceso después? Guerra sostiene que “yo me fui preparando. Gracias a Dios, siempre pude trabajar a futuro y pensar en lo mismo cuando estuve en Europa o en función de la edad que tenía. Si me iba mal al quedarme, podía volver y no ser como el que ‘se fue a Sevilla y perdió su silla’. Siempre traté de organizar mi futuro y mi retiro fue estudiado y planificado en función de lo que quería hacer”. El porteño asegura que “planificar mi vida significó que, al dejar de correr, sabía lo que iba a hacer, y eso me brindó claridad. Por eso seguí y no me afectó, ya que mantuve una conexión inmediata con el automovilismo como director deportivo y dirigiendo el Top Race durante muchos años. Fui como siguiendo un cronograma mental para no afectarme al dejar de ser corredor; duele cuando el teléfono deja de sonar”.

El Flaco Traverso fue seis veces campeón de Turismo Carretera (1977, 1978 y 1999, con Ford; 1995, 1996 y 1997, con Chevrolet), con un total de 46 victorias en finales, 60 triunfos en series, 20 pole positions y 86 podios. En el TC 2000, logró siete coronas (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993, todos con Renault Fuego, y 1995, con Peugeot 405), cosechando 68 triunfos, 73 pole positions y 58 récords de vueltas, lo que lo convierte en el piloto con las mejores estadísticas de la categoría. También se destacan tres coronas en Top Race (1998, con Mercedes-Benz 280; 1999, con Peugeot 405; y 2003, con BMW 320 i). Además, compitió en el Club Argentino de Pilotos (CAP), rally, y llegó a la antesala de la Fórmula 1 con la Fórmula 2 Europea, Fórmula 2 Nacional, F-2 Codasur y Turismo Italiano. Fue distinguido con el Olimpia de Plata en 1991, 1995 y 1999.
Más allá de las cifras, el Flaco de Ramallo se convirtió en ídolo por sus inolvidables duelos con Luis Rubén Di Palma en un tiempo en el que los pilotos no se denunciaban por incidentes en pista. Por su capacidad de realizar hazañas y maniobras al volante que otros consideraban imposibles. Desde ganar una carrera con el auto en llamas, hasta atravesar la meta con tres ruedas, conquistar en la montaña con un Fiat Duna, ante los mejores pilotos del país, o triunfar en su clase en el Rally de la República Argentina durante una fecha válida para el Rally Mundial. Asimismo, se destacó por su carisma y personalidad única, que lo llevaron a ser autor de frases inolvidables que perduran en la historia. Incluso, niños que no lo vieron correr le solicitan selfies, y jóvenes pilotos, como Franco Colapinto, lo consideran un referente. Por estas razones, a un año de su partida física y 20 de su retiro, Juan María Traverso sigue siendo ineludible en la memoria colectiva.