Aunque no dispone del respaldo económico de las grandes potencias, el tenis argentino se instaló en un lugar destacado a nivel mundial. La última actualización del ranking ATP Tour sitúa al país en el cuarto puesto mundial con ocho jugadores dentro del Top 100, por delante de federaciones con más recursos y únicamente detrás de Estados Unidos (15), Francia (13) e Italia (9).
En un país donde se estima que 4,5 millones de personas practican tenis, este logro toma una dimensión todavía mayor. Tener ocho representantes entre los 100 mejores del planeta no solo pone de relieve la profundidad del talento local, sino que además evidencia la constante producción de jóvenes promesas que aspiran a convertirse en profesionales. Este logro consolida el prestigio de la Legión y deja en claro el intenso trabajo dedicado al desarrollo de jugadores en todas las categorías, quienes alcanzan la élite mundial gracias a esfuerzo, dedicación y una pasión inquebrantable.
Este lunes, la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) dio a conocer los ocho jugadores argentinos que integran el centenar de la clasificación mundial. Encabeza la nómina Francisco Cerúndolo, la primera raqueta albiceleste, que hoy ocupa el puesto 21. Le siguen Sebastián Báez (41°), Camilo Ugo Carabelli (43°), Francisco Comesaña (60°), Tomás Etcheverry (63°), Juan Manuel Cerúndolo (72°), Mariano Navone (82°) y Thiago Tirante (94°). Esta cifra se consolidó el último fin de semana, con el triunfo de tres tenistas en distintos puntos del globo en circuitos Challenger.

No se trata de un hecho aislado, sino de la consolidación de un proceso que el tenis argentino viene construyendo. Por segunda temporada consecutiva, el tenis nacional aspira a cerrar el año con ocho jugadores en el Top 100. Además, persiste el objetivo de superar esa barrera y elevar la cifra a nueve tenistas, meta alcanzada por última vez en 2016 con Juan Martín Del Potro (38°), Federico Delbonis (41°), Diego Schwartzman (52°), Facundo Bagnis (56°), Juan Mónaco (65°), Horacio Zeballos (71°), Guido Pella (80°), Renzo Olivo (83°) y Carlos Berlocq (95°).
El secreto de esta notable regularidad radica, en buena medida, en el inagotable semillero que constituye el circuito ATP Challenger. En esos torneos de menor categoría, los jugadores argentinos forjan carácter, suman rodaje y acumulan los puntos necesarios para escalar. La fuerte competencia interna por cada plaza en el Top 100 impulsa a elevar el nivel semana a semana y, en definitiva, sostiene de forma continua la presencia argentina en la élite mundial.

En lo que va de la temporada, el tenis nacional sumó hasta ahora doce títulos en la segunda categoría del tour, lo que permitió a muchos seguir escalando en el ranking. Román Burruchaga (Piracicaba), Thiago Tirante (Córdoba y Szczecin), Camilo Ugo Carabelli (Rosario), Alex Barrena (Tucumán y Santa Cruz), Marco Trungelliti (Lyon, Tulln y Targu-Mures), Mariano Navone (Brawnschweig), Santiago Rodríguez Taverna (Porto Alegre) y Juan Manuel Cerúndolo (Guangzhou)
Este éxito colectivo no es un fin en sí mismo, sino el comienzo de un legado que inspira a la próxima generación. Con tantos referentes en el circuito, las jóvenes promesas cuentan con la prueba viviente de que el camino al profesionalismo es posible. De este modo, el tenis argentino se proyecta no solo como una potencia vigente, sino como un modelo de desarrollo que garantiza la continuidad de su tradición ganadora en los años por venir.