La movida proselitista de Riquelme que esquivó al hincha de Boca

El fútbol femenino y su participación en la Copa Libertadores, las obras en la Bombonera, el arreglo de la puerta de Brandsen 805, el estado económico-financiero del club, la influencia de Leandro Paredes y Edinson Cavani en el plantel y el nivel general del equipo son todos temas relevantes en la vida institucional de una entidad. Sin embargo, vistos a la luz de la situación actual que atraviesa Boca, se convierten en asuntos secundarios, casi anécdotas. No así para Juan Román Riquelme.

El mensaje del ídolo en El Canal de Boca, disfrazado de entrevista, fue en realidad una publinota, con preguntas guionadas y un acta proselitista que impidió que el socio y el hincha conocieran la opinión de su presidente, quien rompió un largo silencio de meses para hablar de una realidad paralela y, en el fondo, no decir nada.

¿De qué no habló Riquelme, entonces? Por lo pronto, no mencionó la situación de Miguel Russo, un entrenador que ha estado ausente por problemas de salud durante la última semana. “El Mundial de Clubes le hizo muy bien al grupo, jugaron partidos muy buenos ante Benfica y Bayern Munich, se los veía con mucha ilusión. Y la llegada de Leandro (Paredes) terminó de acomodar todo muy bien. El entrenador también tiene mucho que ver en esto, es un genio, maneja las cosas de manera extraordinaria. Además, Cavani y Battaglia han contribuido mucho. La llegada de Leandro ha sido clave, tienen una gran ilusión de alegrar a los hinchas”.

Esta fue la única mención a Russo, en una frase difícil de evaluar, en tanto habla de él como si nada estuviera ocurriendo, como si todo estuviera bien. No hubo un mensaje de apoyo hacia él en este momento complicado que le toca enfrentar, ni referencias al cuerpo técnico actual que, con Claudio Úbeda a la cabeza, lleva las riendas del equipo. Y nada sobre cuál será la postura del club a corto y mediano plazo. Un denso manto de indiferencia sobre una situación delicada que merece atención, y que no puede ser ignorada.

“Hacía mucho que no disfrutaba como ante Central Córdoba de un equipo que jugó muy bien durante 60, 65 minutos, la gente aplaudió mucho al equipo. Después le empataron en dos jugadas de pelota parada porque esto es fútbol…”, expresó. Nunca antes la vara estuvo tan baja para un Riquelme que, en su tiempo como jugador, no se conformaba con menos que ganar la Libertadores, y ahora celebra una hora de buen juego en un partido que ni siquiera ganó Boca.

Todo esto mientras destaca que su club es el que “más títulos ganó en los últimos siete años”, aunque pronto cumplirán casi tres sin sumar trofeos en las vitrinas, y que hace poco la Bombonera lo insultó sin nombrarlo, debido al desastroso desempeño del equipo.

Ahora, el presidente celebra balances, lo cual está bien, pero el problema para Riquelme es que, en la actualidad, no tiene otra cosa que mostrar, más allá de reformas estéticas y parciales de una Bombonera que, aunque se ve hermosa, se queda pequeña. Es solo eso y la referencia a una dirigencia anterior que dejó la conducción del club hace casi seis años.

Así se encuentra Riquelme, atrapado en su propio discurso y en su realidad paralela, dialogando solo con periodistas que le plantean las preguntas que él desea responder, que no incomodan porque no lo conectan con ese hincha al que tanto apela, que tanto menciona y que sigue teniendo en un póster emocional, pero que cada vez se desdibuja más porque esa imagen ha dejado de ser lo que era…