El podio logrado en Brasil, junto a las dos salidas desde la primera fila en la clasificación y el segundo puesto en el sprint, podría considerarse un resultado aislado, fruto de la casualidad. Sin embargo, es parte de un contexto específico y representa el reflejo más claro del crecimiento de Andrea Kimi Antonelli, quien en la segunda mitad de la temporada está concretando su camino de maduración.
Por supuesto, el podio no es un objetivo al alcance de Mercedes cada fin de semana: solo se materializa en circunstancias específicas, cuando ciertos factores se alinean para permitir que el W16 exhiba sus fortalezas. Por ello, adquiere un significado aún mayor, ya que esta vez Kimi no cometió ningún error y logró concretar el resultado que le había eludido en ocasiones anteriores.
En Brasil, Kimi terminó segundo en todas las sesiones oficiales, demostrando una solidez engrandecedora y sin cometer errores significativos. Una golondrina no hace primavera, pero observando su trayectoria desde su regreso tras el parón veraniego, queda claro que el progreso es real, mucho más de lo que reflejan los resultados, dado que Antonelli no siempre ha podido materializar ese crecimiento.
Andrea Kimi Antonelli, Mercedes
Foto de: Sam Bagnall / Sutton Images vía Getty Images
En Holanda, la colisión con Leclerc, en Monza el error en la salida que frustró el trabajo realizado hasta ese momento, y en Singapur el error grosero en clasificación que le privó de la oportunidad de estar en la primera fila y de un posible podio. Sin embargo, en términos de rendimiento, el italiano parece hoy indudablemente más sólido que al inicio de la temporada, más concreto y, sobre todo, cada vez más cerca del nivel de su compañero de equipo.
El crecimiento de Antonelli también debe considerarse en el contexto de las dificultades que ha enfrentado: como debutante, tuvo que lidiar con un compañero de equipo del calibre de Russell y con un Mercedes que, hasta ese momento, había trabajado únicamente con pilotos más experimentados y nunca con un novato. El talento no le falta, pero el salto de categoría implica un proceso de aprendizaje complejo, con un flujo de datos considerablemente más intenso que en las categorías formativas, el cual debe asimilarse rápidamente, especialmente a principios de año.
Los cambios implementados por Mercedes a partir de Imola complicaron aún más la situación. Para Antonelli, cuyo estilo de conducción es agresivo, especialmente en la entrada a las curvas buscando llevar mucha velocidad al eje delantero, se necesita un coche que inspire confianza. Las modificaciones realizadas afectaron esa confianza, haciendo aún más complicado exponer sus fortalezas.
Andrea Kimi Antonelli, Mercedes
Foto de: Sam Bloxham / LAT Images vía Getty Images
Todo se vuelve aún más pesado cuando está la presión de tener que justificar la apuesta realizada por Mercedes, con los focos sobre ellos, porque en un mundo como la F1, muchas veces no basta con crecer, hay que mostrarlo en resultados. Y cuando ese progreso no se traduce en posiciones concretas, afectado también por episodios como lo que ocurrió tras el parón veraniego, la frustración se hace inevitable.
Esto también puede comprenderse al observar los números. En la primera mitad de la temporada, la diferencia media con Russell rondaba las tres décimas en clasificación cuando ambos terminaban en la misma manga, llegando a casi medio segundo en los fines de semana más complicados, cuando Antonelli salía en Q1 o Q2. La posición media de clasificación de Russell fue de 3.69, mientras que la de Antonelli se mantuvo en 8.76.
No obstante, tras el parón veraniego, la situación cambió drásticamente. La diferencia se redujo a poco más de media décima, aunque hubo situaciones particulares como las de Bakú, Brasil y Monza. En cuatro de las siete sesiones de clasificación, Antonelli fue más rápido o estuvo a milésimas de Russell, cinco si contamos Singapur, donde, sin cometer errores, consiguió estar en la primera fila.
La posición media en clasificación también mejoró notablemente, alcanzando 5.85. Sin embargo, si observamos los puntos acumulados, antes de Brasil, Antonelli solo había sumado alrededor de un tercio de los puntos obtenidos por Russell desde Holanda: un hecho que corrobora cómo el progreso no siempre se ha traducido en resultados concretos, lo que ha sido uno de los elementos más frustrantes.
Andrea Kimi Antonelli, Mercedes
Foto de: Lars Baron / LAT Images vía Getty Images
Sin embargo, en el último período, Kimi ha encontrado una base más sólida y, paso a paso, también está cambiando su forma de interactuar con el equipo. Si en la primera parte de la temporada fue él quien tuvo que adaptarse al coche, especialmente al inicio cuando los cambios habían afectado el equilibrio, hoy el enfoque está trasladándose para alinearse con su estilo de conducción, colaborando más estrechamente con los ingenieros. Además, Mercedes confía en haber encontrado más estabilidad en la parte trasera, especialmente tras realizar un giro en las actualizaciones.
Simultáneamente, el equipo revisó su preparación para los fines de semana, particularmente después de las rondas europeas, que fueron las más complejas para Antonelli: más trabajo en el simulador, mayor atención a los detalles técnicos y una concentración más focalizada. En los últimos Grandes Premios, también fue necesario adaptar un poco la forma de calentar los neumáticos, especialmente en la vuelta en seco, considerando la naturaleza de los circuitos y el tipo de agarre, y el esfuerzo realizado entre bastidores en este ámbito parece haber rendido frutos.
Como se mencionó tras Monza, Antonelli necesitaba ante todo un fin de semana limpio. En Brasil, fue más allá, pero eso era exactamente lo que requería, como sugirió tras la carrera: “He salido de un periodo muy malo y muy oscuro, a nivel personal. Este trofeo tiene un peso muy, muy importante”. Mercedes también intentó reducir la carga de actividades externas, que le habían afectado negativamente, por ejemplo, en Imola, para brindarle más atención a la pista.
El podio debe considerarse un punto de partida, no un final: un ladrillo sobre el cual edificar, una etapa que marca una referencia en el camino del crecimiento, que inevitablemente seguirá lleno de obstáculos, como es natural al competir contra los mejores del mundo. Mercedes comienza a vislumbrar el potencial por el que ha apostado, pero no es casualidad que Wolff haya querido moderar el entusiasmo tras São Paulo: sabe perfectamente lo largo y accidentado que aún es el camino.
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