La escena pasó casi inadvertida, pero en Boca encendió una alarma. Cuando Pablo Dóvalo mostró la tarjeta amarilla a Belgrano, Leandro Paredes apenas pudo levantar los brazos, sorprendido. Tal vez sin darse cuenta de que esa amonestación, la cuarta en apenas 12 fechas del torneo (11 para él), lo dejaba al borde de perderse algunos partidos decisivos, especialmente el clásico contra River. Sin embargo, más allá del momento, las estadísticas indican que no se trata de un hecho aislado.
A lo largo de su carrera, el 5 de Boca ha mantenido una constante: intensidad, roce, disputa y mucho diálogo. Un combo que casi asegura que terminará amonestado. Los datos lo corroboran: en 428 partidos oficiales entre Boca, Roma, Hellas Verona, Empoli, Juventus, PSG y Zenit, Paredes ha recibido 111 amarillas, lo que equivale a un 26% de sus encuentros. En otras palabras, una amarilla cada cuatro partidos.
Una constante en Paredes
Desde su debut en Boca en 2010, el patrón se ha repetido sin importar la liga, el idioma o el país. En el Xeneize, acumula 12 cartulinas amarillas en sus dos etapas. En el Zenit ruso, por ejemplo, acumuló 22 amarillas en 61 partidos entre 2017 y 2019, mientras que en el PSG francés sumó 29 amonestaciones en 117 juegos a lo largo de cuatro temporadas. En la Serie A también dejó su huella: entre Roma, Empoli y Juventus, totalizó 53 tarjetas en 176 encuentros.
Hoy, de regreso en el club que lo vio nacer, los números se mantienen: cuatro amarillas en 11 partidos del torneo local (cinco en 12 si se suma el partido de la Copa Argentina ante Atlético Tucumán). Su promedio permanece inalterable, reflejando el mismo perfil de jugador que siempre ha sido. El que va, el que corta, el que no negocia la intensidad. Y esto, aunque lo convierte en un volante indispensable por carácter y liderazgo, también lo coloca constantemente al límite.
El dilema de Boca y la cuenta que preocupa
El tema no es menor. Paredes tiene cuatro amarillas y, si recibe una más, por ejemplo el lunes a las 16 contra Barracas en el Estadio Claudio Fabián Tapia (partido postergado por el fallecimiento de Miguel Ángel Russo), se perderá el encuentro ante Estudiantes en La Plata, justo antes del Superclásico contra River.
Y ahí comienza el dilema: arriesgarse o jugar con el freno de mano. En el club nadie lo dice, pero todos lo saben: el capitán quiere estar sí o sí en ese cruce con el eterno rival.
El cuerpo técnico lo sabe, al igual que sus compañeros. Porque más allá de las estadísticas, Paredes es el termómetro del Xeneize, quien marca el ritmo del equipo y contagia desde el medio. Su forma de competir, a veces al borde, también ha sido la que lo ha convertido en referente.
Lo cierto es que los números no engañan. Y aunque la tendencia no sorprende, sí obliga a estar atentos. Porque en Boca, con el clásico tan cerca, una amarilla más puede cambiar los planes de todos. A tomar nota…