28 de agosto de 2025 09:58

Roger Federer festeja 44 años: los inicios rebeldes y apasionantes de la leyenda del tenis global






El juego de Roger Federer era excepcional, capaz de asombrar incluso a sus competidores (Tennis TV)

Hoy Roger Federer celebra sus 44 años, y el reconocimiento de su legado deportivo no puede desvincularse de su particular historia personal.

Un aspecto clave en su biografía es su juventud rebelde, un periodo donde el futuro campeón se mostró vulnerable ante sus propios demonios, superando crisis, trastornos y una personalidad conflictiva que estuvo a punto de frenar su camino hacia la gloria.

Quienes hoy ven a Federer como un modelo de caballerosidad y autocontrol no vivieron la inquietud de su infancia y adolescencia, marcada por un carácter desafiante y emocionalmente explosivo antes de convertirse en leyenda.

Según el sitio oficial de la ATP, Federer comenzó su carrera en el tenis profesional como recogepelotas, en el torneo Swiss Indoors de Basilea, su ciudad natal, entre 1993 y 1994.

Era solo un niño experimentando de cerca los rituales y presiones del tenis de élite, y pronto empezaría a destacar como uno de los mejores juniors del mundo.

En 1998, a los 16 años, Federer se coronó campeón junior en Wimbledon, tanto en individuales como en dobles junto a Olivier Rochus.

Ese mismo año, logró sus primeros puntos en el ranking profesional de la ATP tras vencer a Manuel Jorquera en un pequeño torneo satélite en Suiza.

El talento era innegable: sus resultados lo impulsaron del puesto 878 al 396 del ranking mundial en una semana. Sin embargo, el joven suizo mostraba indicios tempranos de que el éxito deportivo no iba de la mano con la madurez personal.

Federer creció siendo un joven

El retrato más sincero de ese Federer adolescente se encuentra en los testimonios de su primer preparador físico, Paul Dorochenko, en declaraciones a ESPN: “Federer era un chico muy simpático, abierto y agradable. Pero era extremadamente hiperactivo. Estaba loco. No paraba de cantar, no asistía a las sesiones de preparación física y yo tenía que ir a buscarlo. Federer hacía travesuras y no aprendía. Tenías que castigarlo nuevamente. Esos años fueron complicados”.

En su etapa junior

Dorochenko describe una relación llena de desobediencias, con Federer esquivando cualquier rutina que no fuera un partido.

El joven Roger evitaba los entrenamientos, su energía desbordante chocaba con la disciplina, y su reacción ante los límites impuestos por el staff técnico era reiterar el desorden.

Durante la adolescencia,

El entrenador menciona que la repetición de sanciones era constante, y que el proceso de aprendizaje era complicado porque Federer no interiorizaba las correcciones y volvía a cometer errores.

Este perfil de “chico malo” fue evidente para todo el circuito en sus primeros años como profesional. Lejos de la elegancia que caracterizó su etapa consagrada, Federer era explosivo dentro y fuera de la cancha, acumulando episodios de indisciplina deportiva: la cantidad de raquetas destruidas era tan notable que, en esas primeras temporadas —especialmente hasta el año 2000—, las roturas superaban con creces sus victorias en la ATP.

Sus estadísticas en las primeras 36 participaciones en el circuito mayor eran contundentes: 21 derrotas y solo 15 triunfos, sin títulos ni finales en su haber.

El joven Roger evitaba

Un episodio junto a Marat Safin, otro temperamental del circuito, durante un torneo junior demuestra su carácter.

Ambos protagonizaron un partido lleno de gritos, golpes de raqueta y actitudes desmedidas, eclipsando la calidad técnica del encuentro, donde los resúmenes solo mostraban los momentos más explosivos.

En un torneo en Hamburgo, en 2001, ya en el top 50, Federer se enfrentó al argentino Franco Squillari, número 19 del mundo. De mal humor y fuera de foco, perdió en dos sets y, frustrado, rompió su raqueta ante la mirada de su familia y entrenadores.

Según la ATP, más tarde reconoció públicamente que su actitud en ese partido, especialmente en el punto de partido final, fue inaceptable, y que ese día, abrumado por las miradas decepcionadas de sus seres queridos, comprendió que debía cambiar su carácter si quería cimentar un verdadero futuro en el tenis profesional.

Consultó a un psicólogo y necesitó dos años de esfuerzo continuo para hallar el equilibrio entre la pasión y la serenidad. La transformación no fue instantánea ni superficial: fue una reconstrucción profunda.

Con el tiempo, el chico rebelde se convirtió en un profesional íntegro y cerebral, rasgos que con los años definirían su figura, tanto pública como privada.

En 2001, Federer ganó su

La consolidación de Federer en la élite comenzó con la victoria en su primer título ATP en Milán en 2001, tras derrotar a Julien Boutter.

El triunfo en Milán marcó

Su permanencia entre los grandes se consolidó definitivamente con la victoria en el Masters 1000 de Hamburgo en 2002, venciendo al número uno, Marat Safin, y así alcanzando el top 10 mundial, según el sitio de la ATP.

El ascenso fue vertiginoso. En 2003, Wimbledon lo vio coronarse por primera vez en un Grand Slam, tras una campaña brillante en la que solo cedió un set.

Federer conquistó Wimbledon en 2003

Desde 2004, Federer inició un dominio sin precedentes en la historia del tenis: ocupó la cima del ranking mundial durante 237 semanas consecutivas, un récord aún vigente, y conquistó 11 de 16 grandes entre 2004 y 2007.

Con una actuación magistral,

La metamorfosis fue total. Según la prensa internacional, Federer pasó de ser un jugador observado por los árbitros por conductas antideportivas a asombrar a jugadores y aficionados con la perfección de su tenis y su comportamiento intachable.

Cliff Drysdale y Donald Dell, históricos del tenis profesional, describieron cómo Federer se transformó en un referente moral para sus compañeros y un emblema de deportividad, mientras su imagen trascendía las canchas con apariciones en revistas y la creación de una fundación benéfica en África, enfocada en el desarrollo educativo en la región donde nació su madre, según The New York Times.

La carrera del suizo estuvo marcada por títulos e hitos tras dejar atrás su carácter volátil. En 2009, igualó el récord de 14 Grand Slams de Pete Sampras al conquistar Roland Garros por primera vez, completando así el circuito de torneos majors.

En 2009, Roger Federer venció

Un par de semanas después, lo superó en Wimbledon contra Andy Roddick, consolidándose con 15 títulos majors, siendo el jugador con la mayor cantidad en ese entonces.

Su palmarés siguió creciendo: seis ATP Finals, una medalla de oro olímpica en dobles, la tan esperada Copa Davis junto a Stan Wawrinka en 2014 y un total de 103 títulos en su carrera. Es el segundo tenista con más trofeos en la historia del tenis.






Todos los trofeos de Roger Federer en el circuito ATP

La última etapa de su carrera lo vio reinventarse una vez más: triunfos en Grand Slams pasados los 35 años, el título de Grand Slam número 20 en 2018 en Australia y el récord de mayor edad como número uno del mundo, con casi 36 años.

Roger Federer ganó el Abierto

En 2022, se retiró del tenis profesional, a los 41 años, en la Laver Cup, un torneo de exhibición que reúne a los mejores jugadores de Europa y del Resto del Mundo.

Federer se despidió del tenis

El suizo pudo despedirse del deporte que ama, rodeado de sus históricos rivales, como Rafael Nadal y Novak Djokovic.

La presencia de Novak Djokovic

Todos estaban emocionados por la ocasión, que era muy significativa en la historia del deporte, especialmente Rafael Nadal, que sentía que su retiro se acercaba, lo cual ocurrió finalmente en noviembre del año pasado.

En su emotivo retiro, Federer

Federer, ya convertido en padre y modelo a seguir, enfrentó sus derrotas con naturalidad, sin perder nunca su elegancia, aceptando con grandeza el ascenso de Nadal y Djokovic como rivales en el pódio histórico.

Su legado perdura como uno de los más grandes referentes en la historia del deporte y, sin duda, en la élite de su disciplina.

Considerado por colegas y expertos como un ejemplo de templanza, respeto, paciencia y concentración, representa la esencia de los valores que han inspirado a generaciones; su trayectoria encarna lo mejor del espíritu humano, tanto dentro como fuera de la competencia.

El legado de Federer trasciende

Además de sus hazañas en la cancha y de su lugar indiscutible entre los grandes de todos los tiempos, su carrera demuestra que la excelencia no se mide solo en victorias, sino en la capacidad de superar debilidades, transformarse y respetar a los demás. Su figura, admirada por rivales y seguidores, trasciende récords y títulos, mostrando que la verdadera grandeza se construye con humildad, disciplina y generosidad.