A los 38 años, Lionel Messi se niega a despojarse de la capa de héroe. A pesar de la molestia muscular que lo alejó del campo durante 15 días y que lo dejó fuera del empate contra DC United el fin de semana pasado, decidió ser titular en el Clásico del Sol ante Orlando City. Con su actuación estelar, el Inter Miami logró revertir un 0-1, imponiéndose 3-1, con dos goles del astro, y se aseguró un lugar en la final de la Leagues Cup.
En la primera mitad en el Chase Stadium, la Pulga se mostró algo despacio, como si tuviera una marcha menos. Además, el equipo visitante abrió el marcador con un remate de Marco Pasalic. Sin embargo, en el segundo tiempo, el capitán de la selección argentina volvió a brillar. Gradualmente, se adueñó del balón, se atrevió a desbordar y generó mayores oportunidades de peligro para el equipo local.
El campeón del mundo y de América con la Albiceleste avisó con un tiro libre que se fue por encima del travesaño. Y a los 77′, se hizo cargo del penal cometido a Tadeo Allende a causa de un agarrón. Frente a un especialista como Pedro Gallese, ejecutó una carrera corta, hizo una pausa y colocó la pelota con su pie izquierdo contra un palo, un disparo inalcanzable para el arquero rival.
No se conformó con eso: a los 88′, se internó en el área con gran gambeta, se asoció con Jordi Alba, quien le devolvió la pared de memoria, y disparó cruzado y rasante, desatando la locura entre los hinchas y en el propio plantel de Las Garzas. Ellos sellaron el resultado ya en tiempo de descuento, gracias a otra combinación: Luis Suárez habilitó a Telasco Segovia, quien definió con sutileza para marcar el final del encuentro.
Messi celebró con entusiasmo: el partido final del domingo 31 de agosto, a las 20:55, podría significar su tercer título con el equipo rosa (ya conquistó la Leagues Cup en 2023 y el trofeo Supporter’s Shield en 2024). Además, superó a un verdadero talón de Aquiles para el Inter, que había perdido 3-0 y 4-1 en sus dos anteriores duelos contra Orlando. Como broche de una gran noche, corrió hacia un costado del campo para abrazar a sus hijos Thiago, Mateo y Ciro, quienes lo esperaban con los brazos abiertos.
“Quería jugar. Desde que volví con Galaxy sentí una molestia y no me sentía cómodo. Me preparé para jugar porque era importante, enfrentando a un rival complicado que nos había ganado en los dos partidos. En el primer tiempo me sentí con miedo, pero en el segundo tiempo me solté un poco más”, confesó en conversación con la transmisión oficial.