28 de agosto de 2025 17:01

Walter Nelson recuerda sus 50 años en el periodismo, su conexión con Maradona y el mejor boxeador que conoció

El hecho fortuito que lo llevó a abrazar el periodismo, su vínculo con Maradona y cuál fue el mejor boxeador que vio

Una frase que se ha instalado en nuestra vida cotidiana. Ese momento, cuando el relator deportivo señala que ha cruzado una línea, logrando así desencadenar su popularidad y volverse masivo. “Salí de ahí, Maravilla” ha resonado en numerosas ocasiones a lo largo de los años, ya sea como consejo a un amigo o un compañero de trabajo. Es sinónimo de advertencia para cambiar el rumbo, utilizada incluso por quienes ignoran su origen. Nació en el contexto de la histórica pelea de Sergio Maravilla Martínez contra Julio César Chávez Jr., pronunciada por Walter Nelson en su emocionante narración del combate, sin saber que estaría llegando, definitivamente, al corazón de la gente.

“En ese año 2012 me sucedieron cosas increíbles”, recuerda Walter. “Narré uno de mis mejores partidos, cuando Argentina venció a Brasil 4-3, con un golazo de Messi al ángulo en el último minuto. Eso fue en junio, y en septiembre, en Las Vegas, tuvo lugar el memorable combate de Maravilla Martínez con Chávez, donde me acompañó mi esposa. Al terminar, ella me comentó que las redes sociales habían estallado por mi relato y por la frase, que Maravilla siempre dice que yo me equivoco, pero la lógica indicaba que debía salir de ahí, pues ya venía ganando. Hasta el último round fue una pelea más, pero lo que ocurrió allí la dotó de una épica increíble. Estábamos cenando en el Caesar Palace y mi hija me llamó gritando, porque había una repercusión nunca antes vista. Pensé que exageraba, pero me di cuenta por los mensajes que me enviaron jugadores de fútbol, como Orión y Scocco. He narrado las peleas de Laciar, Coggi y Locomotora Castro, entre otros, pero ese relato quedó para la historia.”

Con Maradona siempre tuvo muy

El encuentro con Walter se da en medio de una hermosa tarde de invierno, donde la temperatura de 20 grados desmiente el almanaque. Este hombre, que ha sobrepasado los 50 años de trayectoria, los ha vivido al máximo, meciéndose entre sus dos grandes pasiones: el boxeo, legado de su padre, y el fútbol, que siempre ha corrido por sus venas. Combinó ambas en sus inicios en Radio Rivadavia, hasta que llegó el tan esperado momento de mayor exposición que brinda la televisión.

“Después de 15 años dejé Rivadavia y, seis meses después, en agosto del ’89, me llamó José D’Amato, que buscaba periodistas para la nueva etapa de Fútbol de Primera, que se había trasladado de ATC a Canal 9. Me encontró en la agencia de cambios donde estaba trabajando, en una época sin celulares. Al principio, era a prueba, y ahí se sumaron Alejandro Fabbri y Elio Rossi. Se formó la dupla de Macaya con Araujo, quien reemplazó a Mauro Viale. Teníamos que ir a las canchas con una cámara y, en muchas ocasiones, relatábamos desde la tribuna, sin comentarista. Luego, regresábamos a los estudios del 9 en la calle Gelly para editar el material. Fue una época más artesanal, hasta que el programa pasó en el ’92 a Canal 13, donde todo se volvió más profesional”, recuerda.

Con Tito Lecture y Santos

Quedaba poco de aquel programa que había empezado de manera tímida en agosto del ’85 por ATC. La producción de Torneos había crecido y estaba generando un producto de calidad, ofreciendo mucho trabajo en múltiples deportes: “Canal 9 transmitía boxeo los sábados por la noche, pero a partir del ’93, comenzamos a hacerlo nosotros bajo el nombre Boxeo de Primera. Carlos Herbojo, un gran productor, me acompañaba los domingos a la cancha y notaba cómo la gente siempre me hablaba sobre las peleas de la noche anterior. Así que me propuso realizar los combates en la productora y comenzó una historia que duraría muchos años, junto a dos grandes como Osvaldo Príncipi y Julio Ernesto Vila.”

Un hecho fortuito, a comienzos de la década del ’70, cambiaría su destino. De su profesión y de su vida: “No olvidaré la fecha: 30 de octubre de 1971. Esa noche debía salir con la hermana de un amigo mío, pero ella discutió con sus padres y no la dejaron. Entonces decidí ir al bar donde nos reuníamos, en la esquina de Santa Fe y Salguero, para ver si hacíamos algo con los chicos. Uno de ellos llegó y propuso que lo acompañáramos a la fiesta de egresados de su novia. Cuando mencionó que era en Devoto, todos dijimos que no, pero insistió tanto que tomamos el colectivo 108. En Plaza Italia, quería bajarme (risas). Llegamos a una casa muy bonita y subimos a la terraza. Invité a bailar a una chica, pero me dijo que no. Volví a insistir y ocurrió lo mismo. Cuando la noche se terminaba, le dije que no me iría sin bailar con ella. Comenzamos a charlar y salió el tema del boxeo: ‘Mi papá conoce a Bonavena‘, fue su frase. Le pregunté quién era su padre: ‘Osvaldo Caffarelli’. Pensé que era una broma. Para mí era un referente, ya que aunque no era periodista, lo admiraba por ser uno de los mejores relatores de boxeo de la historia. Me dio su teléfono, la llamé, comenzamos a salir y nos pusimos de novios. Poco después, mi suegro me dio la oportunidad de comenzar en el periodismo. Todo gracias a que insistí aquella noche en la terraza (risas).”

En una transmisión junto a

Aquel joven Walter, que apenas había superado los 20 años, jugaba al fútbol en cualquier campeonato que se presentara, al mismo tiempo que trabajaba en la empresa nacional de teléfonos, la siempre recordada ENTEL. Hasta que llegó la propuesta de Osvaldo Caffarelli: “Como él sabía que me gustaban los deportes, me preguntó si me animaría a cubrir vestuarios para una radio de Tucumán, donde él relataba fútbol todos los domingos. Por supuesto, respondí que sí y mi debut fue en el viejo gasómetro, el 19 de marzo del ’72, en un partido de San Lorenzo contra Chacarita. Poco después, me avisó que estaban haciendo pruebas en Radio Rivadavia, donde él formaba una dupla imbatible con Horacio García Blanco los sábados por la noche en el boxeo. Me presenté, sin mencionar mi relación con Osvaldo. La prueba me la tomó Dante Zavatarelli y quedé, comenzando así un largo camino de 15 años en esa emisora. Además de estar en deportes, empecé en ‘El club de barbas’, de 5 a 7 de la mañana, un programa emblemático que conducía Rubén Aldao, donde disfruté muchísimo.”

Junto a uno de sus

Es complicado imaginar y contextualizar lo que era Radio Rivadavia en la década del ’70. En una época con solo cuatro canales, donde la televisión por cable ni siquiera se soñaba, y mucho menos existían celulares o computadoras. Era un verdadero altavoz que resonaba en las casas y en las calles de cada rincón del país. Fue allí donde comenzó Walter, hasta que llegó el momento de jugar en primera: “Un día, José María Muñoz se acercó para preguntarme si quería trabajar en ‘Rapidísimo’ con Héctor Larrea. Fue una hermosa experiencia, y estuve con él durante 18 años. Cuando gané el Martín Fierro en 2017, tuve la suerte de que él estuviera allí, ya que le hacían un homenaje. Fue a él a quien se lo dediqué, uno de mis grandes maestros. En diciembre de 1988, dejé Rivadavia tras una fuerte discusión que tuve con Gordo Muñoz. Héctor se enteró y me dijo: ‘Si algún día me voy de esta radio, te voy a llamar para que volvamos a trabajar juntos’. Y así lo hizo cinco años más tarde, cuando pasó *Rapidísimo* a El Mundo. Ahí logré hacer una de las mejores notas de mi carrera. Maradona y Larrea nacieron el 30 de octubre. Intenté comunicarme en los días previos con Diego, con quien siempre tuve una buena relación, pero nunca lo encontraba. Esa mañana, él me llamó a la radio para explicarme que no estaba dando notas debido al auge del caso Cóppola. Le expuse el objetivo de la nota, y se puso a disposición de inmediato. Se dio una conversación hermosa, hasta que Héctor le preguntó con quién lo iba a pasar, y allí se desahogó completamente, acusando a Duhalde y a medio mundo. Todos los medios nos pedían la nota.

Junto a Diego, en su

Su vínculo con Maradona comenzó casi desde el histórico debut en primera en 1976. Alcanzó un punto álgido cuando se concretó el pase a Boca en 1981: “Ese año, me pidió si podía hacer entrar a su padre los sábados a la noche al Luna Park, ya que era un gran amante del boxeo. Por supuesto, acepté y gestioné con Tito Lectoure, que era bastante complicado con el tema de las entradas, pero no hubo problemas. Una noche, Don Diego me estaba esperando con el utilero de Boca, quien traía un paquete envuelto en papel de diario. El regalo era la camiseta de Diego, la histórica del ’81 con las estrellitas. También me envió una del Nápoli, que tuve que ir a buscar al departamento que Cóppola compartía con Yuyito González.”

Aparte de brillar en la emblemática Oral Deportiva y con Héctor Larrea, Walter albergaba el deseo de ser relator, un sueño que parecía lejano en Rivadavia, pero que se presentó de manera inesperada cuando una radio de Chacabuco le ofreció la oportunidad: “Mi suegro estaba dándome la chance de relatar algunos rounds de las peleas de semifondo en el Luna Park. Allí conocí a Longo, de esa ciudad, lo que me llevó a trabajar allá. Fue un esfuerzo, porque concluía el sábado con el boxeo a las 12:30 de la noche y, poco después, ya debía tomar el micro hacia allá, recorriendo 220 kilómetros. Son los pagos de Daniel Passarella, con quien desarrollé una gran relación en esos tiempos, al punto que, muchas veces, cuando estaba allí, me llevaba de regreso en su auto. Luego, todo cambió cuando él se convirtió en técnico de la Selección, debido a un comentario que hice sobre si Caniggia debía estar en el plantel, en la víspera del Mundial ’98, lo que no le gustó.”

Junto a Uby Sacco y

Con una buena repercusión por sus relatos en Chacabuco, comenzó a seguir a Sarmiento de Junín, que tuvo una inolvidable campaña en 1980, logrando el ascenso a Primera, donde se mantuvo el año siguiente, con un equipo muy recordado. Esto le otorgó a Walter la oportunidad de destacar con los apodos de los futbolistas: “El primero fue en 1981, cuando Gareca fue prestado de Boca a Sarmiento, y le puse Tigre, porque tenía ese pelo rubio largo y una gran potencia. Luego vinieron Frasquito para Maxi Morales, ya que todos le decían enano y no me agradaba, lo consideraba una discriminación. Patrulla Jiménez, al volante de Banfield, al punto que su esposa me dijo que cuando llamaban a casa, pedían por él así y no por Jorge, su nombre real (risas). Fueron aquellos los inicios de una dupla muy recordada con Alejandro Fabbri, donde tuvimos el privilegio de transmitir desde Qatar el primer título de Pekerman como entrenador de la selección juvenil en 1995. También, cuando estuve involucrado en uno de los relatos más famosos de Marcelo Araujo, en Platense contra Boca en diciembre del ’92. Yo hacía campo de juego y me dijo que estuviera atento, porque un día se iba a ir de la transmisión como parte de sus innovaciones. Y así fue, con el golazo de Medero, donde dejó a medio equipo rival en el camino. ‘Si lo haces, me voy’, dijo al aire, y cumplió. Terminé relatando los minutos finales desde la orilla del campo.”

Junto a su admirado Ricardo

La pasión por el boxeo le llegó desde niño y poco a poco se adentró en ese particular mundo, en una época en que Argentina vivía una era dorada: “Admiré a toda una generación, aunque no relaté porque eran mis comienzos, como Nicolino Locche, Ringo Bonavena y Carlos Monzón, entre otros. A los que siguieron a ellos, los viví más de cerca y estuve presente en gran parte de sus carreras, como Santos Laciar y Látigo Coggi. Pero de todos, el que realmente me deslumbró fue Uby Sacco. Tenía un talento único y una personalidad especial que, lamentablemente, terminó por perjudicarlo. Cuando se consagró campeón del mundo en Campione d’Italia, fui a cubrir la pelea para Radio Rivadavia. Una mañana, los enviados especiales nos levantamos muy temprano y lo acompañamos, junto a Tito Lectoure, para realizar su rutina de entrenamiento. Corrimos junto a él. En un momento, mientras hacíamos ejercicios, lo vimos sentado. Cuando le pregunté por qué, me respondió que con eso estaba bien. Al día siguiente, consiguió la corona mundial Welter Junior.”

Con Roberto "Mano de piedra"

“El relator debe tener velocidad, espontaneidad y repentización”. Una definición excelente sobre su oficio, que lo apasione y lo mantenga vigente. “Soy un agradecido a la tecnología. Siempre le digo a mi esposa: ‘si no existieran los teléfonos celulares, no estaría relatando’. En 2022, me contrataron para ser la voz oficial de la liga de los streamers. Ese mismo año, realicé un evento inmenso en el Luna Park, lleno de chicos. Fue una locura.”

Han pasado más de 50 años desde aquel debut, después de la noche que le cambió la vida, cuando conoció a su esposa, con quien ha compartido su vida. Mantiene la misma pasión y energía del joven que entrenaba en el gimnasio junto a otros boxeadores y se sumaba a cualquier partido de fútbol. Las dos pasiones fundamentales en su vida, que siempre han estado entrelazadas, lo han llevado a un estatus de consagrado donde todavía permanece. Desde ahí nos permitimos aconsejarle: “No salgas de ahí, Walter”.